sábado, 13 de mayo de 2006

Casi tuerto

Ah, la primavera,
tiempo propicio para pasar fuera.

Tras un invierno atroz
preñado de lluvias,
buenas para el cultivo de arroz,
entre las nubes el sol paso se abrió.
Las nubes se marcharon
y las turistas suecas en grupo llegaron.

Me las prometía muy felices
camino de la playa,
cuando el viento furioso
de las manos me arrancó la toalla.

De todos es sabido,
que las suecas con viento
de casa jamás han salido.
Decidí marcharme a un parque
cuyo nombre es Del Carranque.

Bastante lejos me pilla
así que cogí mi bicicleta
que es una maravilla.

Jubilados extranjeros,
no me dieron mal agüero.
Practicaban la petanca.
Cansado de pedalear como estaba,
me senté en una banca.

Plácidamente jugaban
los seniles finlandeses,
mientras yo los contemplaba
hubieran podido pasar meses,
tan atento al juego estaba.

Llegó el turno de Hans,
natural de Vyndemars.
Solo una tirada más
y a los pérfidos ingleses podrían ganar.

Su mano se cerró sobre la bola
y no hizo falta ni empujarla, ¡salió sola!
Tal velocidad llevaba,
que hacia mí se dirigía con mala baba.

No alcancé a oír ningún grito,
todos me miraban de hito en hito.
Yo no me enteraba de nada
por culpa de una rubia que paseaba junto al estanque de las ranas.

- ¡Cuidado con el huevo frito!
alguien a mis espaldas dijo.
Me giré hacia mi izquierda ¿de quién sería semejante voz de pito?

Bastó ese simple gesto,
la bola pasó sobre mi hombro todo recto.
Tuerto me podrían haber dejado
y a las suecas dificilmente me podría haber ligado.

Recuerda, amigo lector,
cuando mires la petanca,
cuanto más lejos, mejor.

viernes, 5 de mayo de 2006

Entrevista desde la cripta: John Fitzgerald Kennedy

Entrevistador: Bienvenidos una vez más a este blog. Al personaje de hoy nos costó encontrarlo puesto que pensábamos que estaba en el cielo, pero no era así.

JFK: ¿Quién se iba a imaginar que los católicos tuvieran prohibido el adulterio con otras católicas? Creía que esas cosas solo eran pecado si lo hacías con una protestante o una atea. Si lo hubiera sabido antes, me hubiera hecho mormón. Ahora estaría ahí arriba con una sonrisa de oreja a oreja que sería la envidia de Sammy Davis Jr.

E: Bueno, creo que ustedes tienen a un tipo que les dice qué pueden hacer y qué no para conseguir la salvación. Ya sabe, ese que va de blanco y vive muy lejos.

JFK: ¿Un muñeco de nieve finlandés?

E: Me refiero al Papa de Roma.

JFK: Ah sí, bueno, yo nunca fui muy religioso. Cuando iba a misa no solía escuchar la homilía, me dedicaba a desnudar con la mirada a las feligresas de buen ver. Todavía recuerdo las piernas de la señora Halloway. Eso sí que eran piernas... En cuanto al Papa, me llamó al orden en un par de ocasiones, pero cuando estaba a punto de dejar las mujeres, me miraba en el espejo y pensaba: "soy demasiado guapo como para dedicarme a una sola pimpollita. El resto merece disfrutar de este cuerpo". Y claro, cualquiera le dice que no a alguien con unos hoyuelos como los míos.

E: Como habrán podido comprobar, estamos entrevistando a John Fitzgerald Kennedy, 35º presidente de los Estados Unidos. Dígame, señor Kennedy, ¿cómo se tomo el ir a parar al infierno?

JFK: Muy mal, como te puedes imaginar. Antes de llegar pasé una temporada en el purgatorio. Allí conocí a Adán. Pobre hombre, lleva miles de años en ese sitio y ni siquiera hay un mísero asiento. Por lo visto no saben qué hacer con él, su juicio lleva parado mucho tiempo. La defensa alega enajenación mental, pero el testigo clave no aparece por ninguna parte. Le propusieron un trato, él se declaraba culpable pero lo mandaban de todas maneras al cielo, pero el tío está emperrado en demostrar su inocencia. Sostiene que el verdadero culpable del pecado original es un manco que se arrastraba por el suelo, pero nadie le cree. Mi juicio fue rápido, me tocaba ir directo al infierno pero alguien intercedió por mí y tuve que esperar hasta que declarara.

E: ¿Quién?

JFK: Jimi Hendrix, me dijo algo de que necesitaba a alguien que le quitara de encima a algunas chicas.

E: Pero el señor Hendrix murió años más tarde que usted y además está en el cielo.

JFK: No jodas, ¿entonces a la mujer de quién me estoy tirando todas las noches?

E: ...

JFK: Ya lo sé, hombre, te estaba vacilando.

E: Volviendo al tema, entonces llegó usted finalmente al infierno...

JFK: Sí, pero antes de entrar me metieron en una sala donde me sometieron a varias pruebas médicas. Posteriormente, me introdujeron una sonda anal. Fue una experiencia desagradable, el suelo estaba muy frío. Al final, me marcaron a fuego una "A" en cursiva en el cachete izquierdo del trasero. ¿Quiere que se lo enseñe?

E: Deje, deje.

JFK: Usted se lo pierde, me queda muy bien. Luego del marcado, me llevaron en un autobús a una urbanización dedicada exclusivamente a los políticos. Lo malo es que antes de bajar me impusieron un castigo eterno, como el de Sísifo y la piedra.

E: ¿Cual es el suyo?

JFK: Tengo que soportar a Marilyn Monroe por los siglos de los siglos.

E: Ya tuvo una relación con ella en vida, no le será muy duro, supongo.

JFK: Se nota que no la ha visto sin maquillaje. Es caprichosa, maleducada y además tiene piel de naranja.

E: Tendrá algún conocido que le ayude a sobrellevar el "trauma", ¿no?

JFK: Sí, a dos manzanas de aquí trabaja de mayordomo el Dr. King. Ya sé lo que me va a preguntar. ¿Usted paga sus impuestos? Pues él no lo hacia. También se suele pasar por casa mi padre para que le invite a un whisky..

E: Hablando de su padre, ¿qué hay de cierto en sus simpatías por el nazismo?

JFK: Mi padre no mantuvo relaciones con los nazis, repito, mi padre no mantuvo relaciones con los nazis.

E: ¿Y entonces por qué está él aquí?

JFK: No creía en dios. Pensaba que el ser humano necesitaba dejar atrás todas las supersticiones que lastraban su crecimiento espiritual e intelectual para llegar a ser superhombres. Cuando éramos pequeños nos hacía desfilar por el jardín al paso de la oca, así se me quedó luego la espalda... También maltrataba a nuestros criados negros, renegaba de Irlanda, mentía a nuestra madre... No sé cómo no le han hecho presidente de esto. ¿Podemos cambiar de tema? Es que tiene la mala costumbre de aparecerse cada vez que se le nombra.

Joseph Kennedy: ¡Eh, Johnny! Venga un whiskito, mein freund.

JFK: ¿Lo ve? ¿Qué le dije? Ahora no, papá. Vete con Rasputin un rato.

JK: Está ocupado, se encontró con una cabra en el centro comercial y quieren estar un rato a solas.

JFK: Disculpe pero tenemos que ir acabando.

E: Una última pregunta, ¿podria decirnos quién fue el que le disparó?

JFK: Mi corredor de apuestas. Que cabrón, un par de días más y hubiera podido pagarle, pero así son las reglas del juego. Jamás apueste por un caballo que se llame "Pequeño Tío". Bueno, ha sido un placer, ¿eh? Hasta otra.

E: Muchas gracias, Sr Kennedy. Adiós.

martes, 2 de mayo de 2006

Anoche fui... Un video Betamax

Al principio la vida me sonreía, todos estaban excitados por mi aparición, querían tenerme en sus salones, se pegaban por tener mi atención... Era el Rey, y además pillaba todas las noches.  Cuando llegó el chulo-playa del VHS no me preocupe. Yo era más fuerte, más alto y más listo que él, no era competencia para mí. Pero su representante decidió hacerse a un lado y por un módico precio cualquiera podía acceder a él sin intermediarios, mientras que el cabrón de mi manager insistía en controlar todas mis apariciones, cobrando un pico además. Con el tiempo cada vez me fueron llamando menos y mis apariciones eran cada vez más espaciadas en el tiempo. Mis productos languidecían en las estanterías de los videoclubs mientras que había que hacer cola para conseguir el merchandising del maldito VHS.

Intenté hablar con mi manager para que hiciera algo pero era demasiado tarde, con un portazo en las narices terminó mi carrera. Pasé meses vagando por las calles, había gente que aún me recordaba y así iba saliendo adelante.

Cierto día me encontré a un reproductor de cassetes, fue él el que me llevó a la Asociación de veteranos electrónicos. Pese a mi juventud me acogieron bien. Y allí seguí montando juergas con el fonógrafo, el laser-disc, el walkman y otros cuyo nombre no recuerdo porque cada día vienen más. Es muy triste ser un aparato electrónico hoy día.

PD: Creo que me sentó mal el pollo.