domingo, 18 de junio de 2006

Entrevista desde la cripta: Fernando Jiménez del Oso

Entrevistador: Bienvenidos una vez más a esta sección. Hoy no estamos ni en el cielo, ni el infierno, ni siquiera en el purgatorio. Nos encontramos en Oahu, una de las islas de Hawaii donde nos ha citado el espectro del Dr. Jiménez del Oso.

Jiménez del Oso: Psss, oiga, perdone pero yo no estoy muerto, ¿eh?

E: Siento ser portador de malas noticias, Dr. del Oso, pero sí lo está.

J: Oiga, que yo no me he pasado media vida estudiando el más allá (a la venta en vuestro quiosco más cercano) para que ahora venga usted y me diga que no estoy vivo.

E: Pero si yo mismo vi su esquela en los periódicos, y estos nunca se equivocan.

J: Y dale, que yo no estoy muerto ¡leches! A ver, ¡¡camarero!!, ¡¡camarero!! haga el favor de venir un momento.

Camarero: ¿Qué desea el señor?

J: Haga el favor de decirle aquí al reportero que yo no estoy muerto.

C: En efecto, señor periodista, el Dr. del Oso no está muerto pero no le quepa la menor duda de que si sigue comiendo costillas asadas tres veces al día, pronto lo estará.

J: Venga, venga, retírate. Qué exagerado el tío. ¿Lo ve usted? Estoy vivito y coleando. Aquí lo único muerto es esta pobre vaca que me voy a comer. Igual escapó de las extrañas mutilaciones de ganado que asolan el sudoeste de los USA, pero no escapará a mi paladar jejeje.

E: Ya lo veo ya, pero entonces las esquelas, el funeral, la baja en el registro civil...

J: Vera usted, tuve que fingir mi muerte como antes lo hicieron personajes ilustres de la talla de Walt Disney o Cher. La idea se me ocurrió cuando, investigando la desaparición de Amelia Earheart, descubrí este complejo para "superestrellas cansadas de la fama que simulan su muerte" o como a ellos les gusta llamarlo: el CSLFSM.

E: ¿Pero qué necesidad tenía de desaparecer de la vida pública si usted no tenía vida pública?

J: No crea, no se imagina lo atractivo que puede resultar para las mujeres un investigador de lo paranormal. Cada día cuando salia de casa camino del trabajo, me encontraba en la puerta con un grupo de chicas que vociferaban: "Fernando, capullo queremos un hijo tuyo" y otros slogans que el recato me impide reproducir. Eso un día te halaga, dos te gusta, tres te empiezan a llamar del trabajo preguntándote por qué no has aparecido por la oficina y claro, de algo tenía que vivir. Al final acabé exhausto y con varias denuncias de mis vecinos por escándalo público.

Era muy estresante y yo quería vivir tranquilo así que me inventé mi muerte para librarme de las fans y de la prensa del corazón que ya empezaba a echarme el ojo.

E: En vista de que no ha "pasado" al otro lado, vamos a tener que variar el contenido de la entrevista, a no ser que en uno de sus viajes astrales haya visitado el paraíso...

J: Hombre estar, lo que se dice estar, no he estado. Lo más lejos que he llegado en mis viajes astrales ha sido a "Le Petit Cucú", un bar de alterne en la carretera Paris-Lyon. Me tuvieron que traer de vuelta a rastras. Disculpe. ¡¡¡Camarero!!! ¡¡Un cochinillo asado con guarnicion de patatas asadas, por favor!!; Como le iba diciendo, aún no he visto con mis propios ojos lo de ahí arriba, pero me he informado bastante. Los lunes para cenar sirven trucha a la pekinesa regada con un vino tinto de la rivera de Chantilly, los martes crepes de caviar con salsa de menta y los miércoles, fíjese que curioso: tortilla de patatas, que vale que está buena, pero no se, imagínese que se muere un miércoles y su primera cena en el cielo es un plato de tortilla, es cuando menos descorazonador; por eso he dado ordenes de que si me pasa algo un miércoles, me congelen hasta el día siguiente, que por cierto creo que sirven codornices...

E: Sí, bueno, dejémoslo, ya veo que conoce los entresijos del más allá. Por cierto, ¿qué opina del que dicen es su sucesor, Iker Jiménez?

J: Yo siempre he sido más de Cañizares pero hay que reconocer que Iker aunque despeja más que atrapa, es un buen portero.

E: No se haga el tonto.

J: Desde luego como sois los periodistas, siempre buscando el enfrentamiento y la sangre. Como veo que no llevas un suculento cheque en la mano, te diré que el Iker me parece un gran periodista y que su señora está muy buena.

E: Antes de despedirme quiero que sepa que he sido, perdón, soy un gran admirador suyo. He leído todos sus libros, todas sus entrevistas, he visto todos sus documentales, incluso probé la Ayahuasca siguiendo sus pasos.

J: Sí, como bien sabes, fui el primer español en probarla. Al principio estaba algo reticente. Ya me había fumado mis porritos en la universidad, como todo el mundo, pero la Ayahuasca era otra cosa y no me atrevía, entonces los indios empezaron a picarme diciendome: "Fernando no tienes huevos" una y otra vez. Un indio llegó a ponerse así (el Dr. del Oso se levanta, se sostiene sobre su pierna izquierda, encoge los brazos pegados a su cuerpo y saca la cabeza para afuera) y empezó a cloquear como una gallina: clo clo, clo clo. A ese le pegué un cabezazo porque de mi no se ríe nadie, pero al final me tuve que rendir y probé aquella droga maligna. J.J. Benítez, que me acompañaba en ese viaje, la probó también y del flipe que pilló escribió de una tacada "Caballo de Troya", con eso te digo todo.

E: Es una lástima que esté vivo, ya volveremos cuando haya fenecido si le parece bien.

J: Cómo me gusta que me deseen lo mejor.

E: Si quiere decir algo más antes de terminar...

J: Sí, Ronaldo está gordo. Yo de eso se mucho. Y ahora si me disculpa me voy a comer.

E: Que aproveche, Dr. del Oso. Y a ustedes no me queda más que emplazarles para la próxima ocasión. Hasta la vista.

Dedicado a Jiménez del Oso, supongo que aquello no le habrá pillado por sorpresa.

sábado, 3 de junio de 2006

Anoche fui.... la bicicleta del Piraña

Nací en la fábrica de G.A.C. a principios de los 80, era el orgullo de la industria ciclista española. Estaba fabricada con los mejores materiales posibles: el caucho de mis ruedas era el mismo que el del Buran soviético y el cuero del sillín había pertenecido a una vaca hindú.

Un día vino un señor orondo a hacer un casting para una serie y me escogió a mí. Supongo que le gustaría mi interpretación de la bicicleta de Bahamontes. La serie se rodaba en un pequeño pueblo de Málaga y hacia allí fuimos cuatro compañeras más y una servidora una soleada mañana de junio.

Cuando llegamos, el director me presentó a los que serían mis compañeros durante el rodaje. Recé para que me tocara el niño rubio de ojos azules, pero al final quiso la suerte que fuera mi acompañante un niño de vasto perfil que tenía siempre las manos pringosas de chocolate, mantequilla, aceite, grasa y otras salsas, porque el chaval no dejaba de comer ni aunque me estuviera conduciendo cuesta abajo y sin frenos.

Al principio, El Piraña, que así se llamaba, no podía dar tres pedaladas seguidas sin cansarse. Pensaron en incorporarme un motor, pero me hacía el sillín gordo, así que me negué en redondo. No les quedó más remedio que prohibirle al niño la bollería industrial, lo que sirvió para que adelgazara un poco y al menos pudiera montar normalmente. Menos cuando había que subir una pendiente, que entonces era sustituido por un doble.

Estuve tres meses aguantando la inmensa figura del Piraña, lo que al menos me sirvió para fortalecer mis ruedas. Eso sí, varias veces estuve a punto de herniarme. Con todo, lo peor fue cuando el quinqui de Pancho intentó venderme al nieto de Chanquete, como si yo fuera una vulgar bici del Este. Cuando se descubrió la trama delictiva, decidieron terminar la serie, cargándose a Chanquete y haciendo que Javi se ligara a Bea como represalia hacia los involucrados.

Cuando se estrenó la serie, fue todo un éxito y significó además el despegue de mi carrera. De la noche a la mañana pasé de anónima bici a estrella internacional. Me llovían contratos de todas partes, incluso de Australia. Allí conocí a Nicole Kidman. Nos hicimos buenas amigas durante las intensas sesiones de maquillaje en la que le pintaban las pecas. También trabajé con Spielberg. Fui la bicicleta de Elliot en "E.T.", que en contra de lo que la gente piensa, no era un muñeco, sino un ecuatoriano llamado Nelson Rodriguez al que Spielberg se encontró detrás de un seto en el jardín de su mansión en Los Ángeles y del que sacó la idea para la película.

Fueron buenos tiempos aquellos. A finales de los 80 se pusieron de moda esos horribles patines y el cine se olvidó de nosotras. En la actualidad me encuentro haciendo una F.P. de albañilería. Espero tener suerte en este campo.