sábado, 29 de marzo de 2008

El asombroso mago Jabbar

El regidor le dio la señal, y el se preparó para comenzar su número. Se había congregado un buen montón de gente en aquel parque donde iba a realizar una de sus actuaciones de magia, y ¡con apenas publicidad! Estaba sorprendido por la expectación que causaban sus trucos. Incluso los más simples conseguían dejar con la boca abierta a su audiencia.

Vio el gesto del asistente que le indicaba que estaban en directo, y comenzó su espectáculo. Escudriñó los rostros ilusionados de la gente que se apiñaba tras las vallas de seguridad. Necesitaba alguien mayor de edad y no muy impresionable, así el efecto de sorpresa sería mayor. Puso sus ojos sobre un joven de no más de veinte años, que le miraba algo incrédulo. Serviría.

Pidió un fuerte aplauso para él, y lo llevó al centro del escenario, donde le hizo tumbarse sobre una sencilla mesa de metal. Se puso tras ella y cerró los ojos para concentrarse mejor. La gente guardó un silencio sepulcral, como si el más mínimo susurro pudiera romper el encantamiento que flotaba en el ambiente.

Abrió de nuevo los ojos, y vio ante si el cuerpo del voluntario, que permanecía estático, tal y como le había ordenado. Entonces, antes de que nadie pudiera adivinar su próximo movimiento, hizo un gesto cortante sobre la cadera del joven. La gente quedó boquiabierta ante la rapidez de sus movimientos; pero eso no había sido nada.

Apremió al chico a que se levantara. Este trató de incorporarse, pero le fue imposible; no sentia las piernas. Entonces, cogió uno de sus brazos y tiró de él hacia arriba con fuerza. El tronco levitó sobre las cabezas del público. Gritos de terror se entremezclaron con frases de admiración e incredulidad. ¡Aquel chico estaba flotando después de haber sido partido por la mitad!

Antes de que pudiera surgir algún problema, volvió el medio cuerpo a la camilla y con un gesto igual de veloz que el primero, volvió a unir las dos mitades. Y, esta vez sí, el joven pudo levantarse, incapaz de decir nada, entre un atronador aplauso, que duró varios minutos.

El resto de la tarde estuvo firmando autógrafos, hasta que ya no quedo nadie en el parque, sólo su representante, que lo había visto todo desde la silla del director.

- Por muchas veces que lo vea, siempre me sorprende. - admitió - algún día tendrás que contarme cual es el truco.

- Secreto profesional - respondió entre risas, mientras se alejaba del lugar.

Cuando se aseguró de que no había nadie que pudiera verle, abrió un portal dimensional con un sencillo gesto de sus manos, y volvió a su casa a descansar, hasta la próxima función.

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