miércoles, 30 de abril de 2008

El baile de las estrellas

Erase una vez, una pobre inmobiliaria que malvivia vendiendo casitas adosadas a los malvados ciudadanos de un lejano pais. No estaba contenta con su vida ni con su trabajo, porque los malvados ciudadanos se empeñaban en comprar sólo lo que podian permitirse pagar, que en aquellos tiempos de empleo estable y precios reales, no era moco de pavo precisamente. Pero la inmobiliaria queria más.

Un día, llegaron al reino un trio de fantásticos magos llamados Logse, pasapisero y crédito fácil, que con un terrible hechizo, hicieron cambiar la mentalidad de la inmensa mayoria de ciudadanos, que ahora despilfarraban su futuro con una sonrisa de oreja a oreja.

La vida comenzó a sonreir a la inmobiliaria, que se enriquecia más y más a costa de estudios por 300.000 euros y ofertas parecidas.

Durante unos años, viajó por los mejores resorts del caribe, condujo los coches más lujosos, y acudió a las discotecas del brazo de las mejores lumis que el dinero podia comprar. Pero todo lo bueno se acaba, y de lejanas tierras un poderoso hechicero llamado credit crunch, acompañado por sus acólitos petroleo caro, ipc, yuri... que deshizo el sortilegio de los malvados magos, con lo que la inmobiliaria entró en quiebra técnica.

Mientras esto sucedia, otra inmobiliaria que veia tambalearse el mercado, decidió buscar formas de atraer a la gente, para que les comprara algo. Y he aquí que se le ocurrió organizar un concurso de posts sobre las leyendas de cada localidad, cuyo anuncio lei en alguna parte y a cuya dirección de correo se me ocurrió enviar mi humilde participación.

Hoy, quince días despues del supuesto fallo del jurado, se han conocido los ganadores, entre los que, por supuesto, no me encuentro. Pero bueno lo importante es participar y averiguar donde vive el premiado para asaltar su casa por la noche (metafóricamente, que estamos en crisis y los abogados están a la que saltan)

He aqui el post:

El hecho de que Fuengirola sea una ciudad de acogida para miles de personas de todo el mundo ha hecho que la cultura local se enriquezca con leyendas e historias de diverso tipo. Pero esto ocurrió de forma reciente, con el desarrollo del turismo.

El proverbial atraso del pueblo nunca fue un buen caldo de cultivo para la aparición de leyendas autóctonas, más allá del omnipresente “Mantequero”, asesino sanguinario que se dedicaba a raptar niños por toda Andalucía, para hacer manteca con ellos. Sin embargo, hay una historia que se ha ido transmitiendo de padres a hijos, durante varias generaciones, asombrando a quien quiera que la escuchara.

Corría el verano del año 1920. Una ligera brisa proveniente del mar, refrescaba la costa, castigada por el sol hasta hacía un par de horas. Tras la dura jornada de pesca, la vida social del pueblo despertaba al brillo de la luna llena, bajo la cual los vecinos hacían corrillos a las puertas de sus casas encaladas, con el fin de compartir charla, bebida y los cotilleos diarios.

La noche transcurría plácida. Las estrellas titilaban en el despejado cielo. De pronto, una racha de viento huracanado, arrasó con furia las calles, lanzando por los aires: animales, personas y todo tipo de objetos. El murmullo de la conversación se tornó en un grito ahogado por el estruendo de la ventolera, que apenas duró un minuto.

Una vez vuelta la calma, todos se preguntaron qué había pasado. Los más viejos del lugar no recordaban nada parecido, salvo Luciano, un antiguo mercader que hizo fortuna en América, y que comentó que aquello le había parecido similar al paso de un tifón.

No había tenido ocasión de terminar de narrar como estuvo a punto de zozobrar por su causa el barco en el que iba, en uno de sus múltiples viajes, cuando se produjo un fenómeno aún más sorprendente.

El que dio la voz de alarma fue un niño, que jugaba en la calle principal junto con su familia.

- Papá, papá, el cielo se está moviendo - exclamó divertido.

Más por inercia que por interés, el padre alzó la vista, y lo que vio le dejó helado. Todos los presentes miraron también. ¡Las estrellas se estaban desplazando al unísono a toda velocidad! Parecía que huyeran del mar en una agitada carrera.

Pronto, algunos de los que miraban el extraño fenómeno, cayeron al suelo presa de mareos y vómitos. La campana de la iglesia repicaba sin cesar, y el párroco gritaba que se mantuviera la mirada lejos de aquella obra del demonio.

Los habitantes entraron como una exhalación en sus hogares y se encerraron a cal y canto hasta el amanecer.

Durante una semana, cuando se acercaba la puesta de sol, se abstenían de salir a la calle; pero la misteriosa cabalgada de los astros, jamás volvió a repetirse.

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