sábado, 19 de abril de 2008

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Pasion en el estadio

Los ecos del partido aún resonaban en las solitarias gradas. Todo el mundo había abandonado el estadio hacía bastantes minutos. De haber quedado alguien, podría haber visto cómo una pareja salía de entre las sombras del fondo sur y corría a través del campo hacia el túnel de vestuarios.  Durante todo el partido, habían intercambiado besos y furtivas caricias al amparo de un amplio abrigo que cubría sus piernas, aislándolos del frío de la noche, aunque pronto, entre toqueteos y abrazos, el calor fue inundando sus cuerpos, hasta inflamarlos más allá de lo soportable.  Por fortuna, el árbitro pitó pronto el final del partido. Sin decirle una palabra, cogió la mano de su amada Carme y la llevó tras una providencial columna, al cobijo de miradas ajenas.

Se fundieron en un apasionado abrazo, uniendo sus torsos con el ansia apremiante de unir sus almas. No hacia falta decir nada, sus miradas mostraban el deseo supremo por poseer sus cuerpos. Sus lenguas se encontraron en el vacío, y lucharon con denuedo por elegir el campo de batalla en el que demostrar su amor. Ganó Carme, y su lengua deseosa se introdujo en la boca de él, explorando cada rincón, recibiendo las caricias de su compañero.  Continuaron acariciándose sobre la ya indeseada ropa, delineando sus figuras con las manos, besándose con fruición...

Así estuvieron hasta que el silencio se apoderó del césped. Los guardas ya estarían patrullando por la zona administrativa del estadio. Tenían vía libre para cumplir una de sus fantasías más alocadas.  El vestuario del equipo local era un derroche de lujo y comodidades, comparable a cualquier spa de cinco estrellas. Nada más entrar, estaban las taquillas de los jugadores con sus respectivos bancos, pero al fondo de la sala, podía verse un moderno jacuzzi, camillas amplias para masajes, duchas....

Carme estaba maravillada ante tan fastuoso lugar. Se paseo frente a las taquillas, recitando la retahíla de nombres que adornaban cada una. De pronto, sintió cómo Dani la agarraba de la cintura, le daba la vuelta y la colocaba contra una de ellas. Sus ropas volaron por todo el vestuario hasta que quedaron desnudos, uno frente al otro. La levantó en vilo mientras devoraba ciego de pasión sus labios, las piernas de Carme rodearon su cintura, atrayéndolo hacia si.  Su pene se deslizó con facilidad en la húmeda vagina de ella, que recibió tamaña muestra de amor, con un prolongado gemido. El contacto de su espalda con la fría taquilla de metal, combinado con la excitación de la penetración, la estaba llevando a un nuevo nivel de placer.  Dani siguió embistiéndola más y más rápido, hundiendo su falo en las profundidades de su ser. Estaban haciendo un ruido de mil demonios, pero estaban tan excitados que no les importaba el hecho de que pudieran pillarlos; al contrario, eso les enardecía más.

Carme sintió en su bajo vientre como si una presa se rompiera y un caudal de sensaciones se derramara, esparciéndose por cada fibra de su ser. No pasó desapercibido para su pareja, que aumento la profundidad de la penetración. Finalmente, con un fuerte empujón que hizo que las taquillas temblaran, llegaron al éxtasis jadeantes y exhaustos.

Continuaron abrazados varios minutos más hasta que Carme se separó de él y le guiñó un ojo.

- Ahora toca relajarse - dijo picaramente.

Cogidos de la mano, lo llevó a la redonda bañera colocada en el centro de la habitación. Abrió los grifos. El agua salía fría y tardaría un buen rato en llenar el jacuzzi, así que sentó a Dani en un banquillo y se puso de rodillas ante él. Echó un vistazo a su entrepierna. Su miembro estaba flácido tras el esfuerzo de minutos antes. Lo tomó suavemente entre sus manos y comenzó a acariciarlo con ternura, como si pudiera romperse ante un gesto brusco.  No hizo falta mucho para que reaccionara a sus atenciones. A medida que sus delicados dedos se deslizaban arriba y abajo por el carnoso tronco, este iba cobrando vida, endureciéndose y aumentando de tamaño.  Antes de que alcanzara todo su esplendor, lo soltó y acercó sus labios hacia él.

- Quiero sentirlo crecer en mi boca.  Y de una tacada se lo introdujo en toda su extensión, en su boca.
Al contactar con su juguetona lengua, que lo circundaba sin cesar, el pene creció se súbito, mientras Carme no cesaba de lamerlo y besarlo con determinación.  - Si sigues así no tardaré en correrme - le advirtió entre jadeos Dani.

- No, no - respondió ella - quiero que lo hagas dentro de mi.

Recordó entonces el jacuzzi, ya debía estar listo. Se sentaron con cuidado en la bañera y abrieron las entradas para el aire. El agua empezó a burbujear a su alrededor. Carme se recostó sobre el pecho de Dani. Mientras disfrutaban del baño, exploraron sus sexos con sus dedos. Los de ella, aprisionaron con fuerza la verga de su amado, los de él, juguetearon con su bello púbico y luego descendieron hacia los pliegues carnosos del sur, donde excavaron hasta hallar el clítoris de Carme, hinchado y receptivo por la excitación.  Durante unos minutos que le parecieron eternos, la estuvo estimulando, llevándola al límite del éxtasis pero sin arrojarla a él. Se retiraba una y otra vez, aumentando su afán por correrse, cada vez que los firmes dedos de Dani, aprisionaba su centro de placer. Sin poder esperar un segundo más, se colocó sobre el pene enhiesto. Con extrema cautela, fue dirigiéndolo hacia su cálida vagina. Cuando este comenzó a introducirse en ella, sintió un escalofrío recorrer todo su cuerpo, se sentía llena, pletórica.   Un intenso quejido de ambos, anunció la llegada a ese mundo, en el que solo estaban ellos, amándose, dejándose llevar por el explosivo orgasmo que bullía en su sexo. Dani se abandonó dentro de ella, de su miembro surgieron oleadas de simiente que terminaron por derramarse en el agua bulliciosa del jacuzzi.  Aún con su pene en su interior, Carme se echó sobre el agotado cuerpo de su amante. Aquello habia sido más que una fantasia.

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