sábado, 25 de octubre de 2008

,

Estallido

Fue un pequeño descuido. Se había apresurado al conectar la alarma del laboratorio y no había esperado a escuchar la confirmación de la activación. Le esperaba una de las camareras del bar del pueblo. No podía hacerla esperar.

Pero aquel no era un descuido banal. Al día siguiente, el investigador no se encontraría con el laboratorio revuelto por un mono travieso, sino con una jaula vacía, la del espécimen 0.

Cuando las alarmas comenzaron a sonar en el complejo, el espécimen se hallaba ya muy lejos. Aunque se desplazaba lentamente, les llevaba seis horas al equipo de búsqueda que enviarían tras él. No llegarían a tiempo.

Lo tenia todo planeado. Se sentía embotado, no podía pensar apenas, pero podía oler la comida que se apiñaba a solo un par de kilómetros, en el pueblo de Pinedown Hill. Primero infectaría a uno, le mordería en el cuello y en lugar de comérselo, lo dejaría libre. Este, a su vez, infectaría a otro, este a otro, y luego a otro más... pronto formarían un ejercito implacable que se extendería por todo el mundo. Ni las armas más avanzadas, ni el valor más admirable, serian suficientes para superar su número. Y todo habría comenzado por...

El cuerpo descabezado del espécimen 0 siguió caminando un par de metros antes de caer sin vida en mitad del bosque. Tras un espeso follaje, un cazador bajó el cañón aún humeante de su escopeta.

- ¡¡Ven hijo!!, creo que he cazado un Alce.

lunes, 20 de octubre de 2008

Dedos de oro

Cuando sintió la mano experta sobre su vulva, se recostó en la cama, cerró los ojos y se dejó llevar por un placer que nació como una promesa en lo mas profundo de su mente, y que tras recorrer su espina dorsal, haciéndola arquear la espalda con su electrizante carga, desembocó en la vagina, palpitante y húmeda receptora de una avalancha imparable de caricias que la hicieron derramarse en los expertos dedos que la horadaban.

Entre intensos gemidos, se levantó, fue al baño y sonriéndose al espejo, se lavó las manos.

martes, 7 de octubre de 2008

,

Guerra civil

Nada hacia presagiar la tormenta que se abatiría sobre el sistema Anderson, aquella mañana de junio. Hasta entonces la compleja maquinaria del sistema había funcionado sin problemas. Los intercambios de materias primas entre distintas regiones, se realizaban con diligencia y desde el centro de mando, el mariscal Gordon mantenía la paz con su poderoso ejército, desbaratando las hordas de enemigos que intentaban invadirlos con frecuencia.

El sistema era gestionado por el consejo, donde representantes de las distintas regiones, decidía por mayoría el destino del sistema, tras recibir la aprobación del senador Brainer. Desde la creación del mismo, cincuenta y cuatro años antes, jamás había existido disensión alguna. Hasta aquel día...

El canciller Kidney, presento un ambicioso proyecto de expansión para su región. Necesitaría que se derivaran más y más recursos para poder llevar a cabo la tarea. El consejo tachó de locura semejante plan. El equilibrio existente no debía alterarse.

Kidney abandonó la reunión furioso con el resto de cancilleres. Tendrán noticias mías, gritó furioso mientras abandonaba el suntuoso edificio. Nada más llegar a su territorio dio la orden a sus ciudadanos de que tomaran las armas que durante años habían obtenido del contrabando y se lanzaran a la conquista del sistema. El consejo seguiría su voluntad por las malas.

Pero Brainer no se quedó con los brazos cruzados. Sus espías le informaron de las malignas intenciones de Kidney. El ejército, con el mariscal Gordon al frente, avanzó hacia el territorio rebelde, que ya había expandido sus fronteras a sangre y fuego, arrasando con todo lo que encontraban.

Durante meses, la lucha fue salvaje y sin descanso. Si bien en principio la ventaja fue para los rebeldes, la ayuda externa recibida por el ejercito gubernamental en forma de armamento y bombardeos estratégicos, le llevó a alcanzar la victoria. Victoria deslucida por la huida del autoproclamado Rey Kidney, que se escondió en un oscuro agujero a la espera de la revancha.

Durante meses, calculó su plan de venganza, mientras se mantenia informado de lo que ocurria en su antiguo reino. El fin del conflicto habia llevado consigo una ocupación pacifica, por el ejercito del consejo, que no obstante relajó la vigilancia, en cuanto estuvo claro que la amenaza de una nueva rebelión había desaparecido. Mas estaba equivocado, pues cuando el ejército se retiro a sus cuarteles, Kidney salió de su escondite y logro armar una contraofensiva con antiguos simpatizantes, que cogió por sorpresa al consejo.

Apenas un mes después, las fuerzas rebeldes habían ocupado el 70% del devastado sistema. Brainer certificó la rendición. La guerra había terminado.

Sentado en su trono, bajo un palacio en ruinas, Kidney no fue consciente de que era observado a través de la lente de un nuevo microscopio experimental, por otro sistema, el sistema Jones. Aquella mañana le tocaba revisar a sus pacientes con el nuevo aparato.

- No me queda mucho ¿verdad Doctor Jones? - le preguntó resignado el hombre de mediana edad que permanecia tumbado en la camilla, bajo el microscopio.

El médico no respondió. Al mirarle a los ojos, comprendió que era una pregunta retórica.