Ah, que tiempos aquellos. Era joven e inexperto cuando me vino a ver un joven melenudo de la empresa Atari, para que actuara para ellos en lo que iba a ser su primera producción... Pong creo que se llamaba. Llevaba varias semanas sin trabajar y mis padres ya me estaban amenazando con privarme de mi Mobilette si no encontraba curro, así que acepté.
Mi primera actuación fue bastante sobria, estaba muy nervioso y salí a escena con lo puesto, pero gustó a la gente. Tanto, que pronto se apiñaron frente al escenario padres con sus hijos, hijos con sus madres, padres y madres... bueno cuando se juntaban estos últimos mucho caso no me hacían.
A medida que pasaban los meses, me llovían las producciones, pero mi agente me dijo que tenia que evolucionar o ya no contarían conmigo; así que cada noche me emperifollaba, luego me maquillaba, me ponía el mejor de los trajes y salía a escena para provocar la alegría de mis espectadores, y a veces el llanto, el enfado, la rabia... pues mi registro era amplio y variado. Curiosamente muchas veces, cuando se daba una situación, en parte del público se daba la emoción contraria, nunca lo comprendí.
Pero sucedió que un día dejaron de llamarme. Hasta entonces había tenido tanto trabajo que me vi obligado a contratar varios dobles para que me sacaran de más de un apuro; pero el final de los 90 trajo mi decadencia. Fue entonces cuando descubrí que la gente no iba a verme a mí, sino a mis teloneros, esos presumidos juegos con sus aires de grandeza, a los que nunca presté atención pues siempre trabajaba con uno distinto. ¿Quién me iba a decir que yo no era la estrella, sino una "golosina" final para dejar buen sabor de boca, como el chicle de los chupa chups caros o la fanta de un pelotazo?
Decidí no trabajar más, que se jodan, con perdón. ¿No querían juegos? pues que se queden con ellos. Después de todos la prejubilación tiene sus ventajas, ahora me voy con mi amigo, el vídeo beta, de pu...
Nota para seres analógicos o de la generación Playstation (también llamados: jóvenes): el high score era la tabla de máximas puntuaciones (como su mismo nombre indica) que aparecía tras terminar una partida a cualquier juego de los 80-90, la cual todo buen jugador que se preciase de serlo, aspiraba liderar. Con la llegada de las memory card y mariconadas varias, avanzar en un juego fue más fácil que desnudar a Paris Hilton y obtener puntuaciones se volvió algo obsoleto propio de la era Reagan por lo que cayó en el olvido, junto con los passwords para desbloquear nuevas fases.
Mi primera actuación fue bastante sobria, estaba muy nervioso y salí a escena con lo puesto, pero gustó a la gente. Tanto, que pronto se apiñaron frente al escenario padres con sus hijos, hijos con sus madres, padres y madres... bueno cuando se juntaban estos últimos mucho caso no me hacían.
A medida que pasaban los meses, me llovían las producciones, pero mi agente me dijo que tenia que evolucionar o ya no contarían conmigo; así que cada noche me emperifollaba, luego me maquillaba, me ponía el mejor de los trajes y salía a escena para provocar la alegría de mis espectadores, y a veces el llanto, el enfado, la rabia... pues mi registro era amplio y variado. Curiosamente muchas veces, cuando se daba una situación, en parte del público se daba la emoción contraria, nunca lo comprendí.
Pero sucedió que un día dejaron de llamarme. Hasta entonces había tenido tanto trabajo que me vi obligado a contratar varios dobles para que me sacaran de más de un apuro; pero el final de los 90 trajo mi decadencia. Fue entonces cuando descubrí que la gente no iba a verme a mí, sino a mis teloneros, esos presumidos juegos con sus aires de grandeza, a los que nunca presté atención pues siempre trabajaba con uno distinto. ¿Quién me iba a decir que yo no era la estrella, sino una "golosina" final para dejar buen sabor de boca, como el chicle de los chupa chups caros o la fanta de un pelotazo?
Decidí no trabajar más, que se jodan, con perdón. ¿No querían juegos? pues que se queden con ellos. Después de todos la prejubilación tiene sus ventajas, ahora me voy con mi amigo, el vídeo beta, de pu...
Nota para seres analógicos o de la generación Playstation (también llamados: jóvenes): el high score era la tabla de máximas puntuaciones (como su mismo nombre indica) que aparecía tras terminar una partida a cualquier juego de los 80-90, la cual todo buen jugador que se preciase de serlo, aspiraba liderar. Con la llegada de las memory card y mariconadas varias, avanzar en un juego fue más fácil que desnudar a Paris Hilton y obtener puntuaciones se volvió algo obsoleto propio de la era Reagan por lo que cayó en el olvido, junto con los passwords para desbloquear nuevas fases.