lunes, 19 de noviembre de 2012

50 sombras de Gray

Y ahora que tengo vuestra atención, reproduzco aquí el relato enviado al Concurso de relatos eróticos de Destino Placer de temática vacacional / estival.

Un final y un renacer
Como una adolescente tiró de su brazo a través del abarrotado salón principal del hotel hasta sacarlo a la terraza. Su objetivo no era ese pero no se resistió a girarse y hundir su lengua en la boca de su acompañante no bien se vieron libres de miradas ajenas.

Él la correspondió posando sus manos en sus caderas y atrayéndola hacia si, echando más leña al fuego que consumía sus entrañas desde el primer momento en que le vio en aquella fiesta apenas una hora antes y que no la había abandonado desde entonces. Con su lengua aún delineando sus labios continuó la marcha hacia el lugar que la atraía como el canto de una sirena, agarrándolo bien de la mano como si temiera que al soltarlo escapara de ella al amparo de la noche.

Ya en la playa con la que había fantaseado tantas veces, con el agua lamiéndole los tobillos comenzó a desvestirle con urgencia, angustiada por el deseo de abarcar sus músculos, de sentir su piel contra la suya, de verse entre sus brazos con las palmeras y las estrellas como cómplices testigos. Con el cincelado torso al descubierto le comió a besos mientras él le remangaba la falda en su cintura para dejar vía libre a sus firmes manos, que no dudaron en agarrar sus nalgas hasta hundir sus dedos en ellas y empujar su pelvis contra el bulto duro que se marcaba en sus pantalones y que le arrancó un profundo gemido.

Se agachó ante él y libero su miembro de la prisión de tela que lo contenía. Lo engulló de una tacada, saboreándolo como si de un preciado manjar se tratara, deleitándose con las palpitaciones con las que respondía a sus lenguetazos. Él la acaricio con ternura y con su cautivador acento caribeño le prometió ver unas estrellas más brillantes que las del firmamento.

Hizo que se tumbara sobre su camisa y le abrió las piernas con suavidad, sin prisas mientras su bajo vientre se adelantaba a los acontecimientos haciéndola arquear la espalda. La lengua de su amante exploró sus trémulos muslos camino de su acalorada vagina que ante la presencia del acosador miembro se derretía sin remedio, hasta que la lengua seguida de los labios se posaron en su clítoris y lo agasajaron con besos, lametones y pellizcos amorosos que la elevaron del lecho arenoso hacia el cielo.

- Charles - gritó en medio del éxtasis, aunque quien devoraba su coño respondía a otro nombre. Este, o bien no la escuchó, o bien pareció no importarle pues continuó con su metódico festín de flujos y carne vibrante que estremecía todo su cuerpo y la hacía perder el control.

- Se lo que te dije pero méteme un dedo -  resopló ella. Solicito, pronto su anular se hundió en su coño empapado, penetrándola hasta las entrañas, explorando sus jugosas paredes mientras ella llegaba al orgasmo con un profundo jadeo que se perdió entre los innumerables sonidos provenientes de un bosque en la distancia.

Y allí, tumbada en la arena resacosa de placer, con un manto de arena ceñido a su cintura por el brazo de su amante, echó un último vistazo al cielo estrellado y el recuerdo por la vuelta al día siguiente a una casa vacía, en una ciudad fría y rutinaria plagada de recuerdos imposibles de borrar le pareció menos doloroso. Él, mientras tanto, sonreía en su sueño profundo pues con ese último servicio, comenzaban sus vacaciones.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Paco el piquetero

Paco se despertó con sus férreas convicciones sindicales palpitando en su corazón. Encendió su radio-despertador y escuchó los primeros informes sobre la huelga que había comenzado siete horas antes. Las primeras noticias eran buenas: los mercados de mayoristas habían sido paralizados y los turnos nocturnos en la industria, en su mayoría, habían decidido parar.

Con la última canción de moda atronándole en los oídos, subió la persiana de su habitación dejando que la claridad invadiera su hogar. Frunció el ceño irritado. El sol no es compañero, pensó. Les habría venido bien un poco de mal tiempo. Eso hubiera ayudado a que la gente decidiera finalmente quedarse en casa y no ir a trabajar. Se animó pensando que no haría falta, pues las causas que habían provocado aquella situación eran suficientemente fuertes y amenazantes como para calar en la conciencia de los trabajadores.

Desayunó deprisa. Se había comprometido con un amigo del sindicato a formar parte de uno de los piquetes que recorrerían el pueblo informando sobre la huelga  y velando porque todos los compañeros pudieran ejercer su derecho a secundarla.

De camino a la sede sindical no se cruzó con un alma, cuando en cualquier otro día el bullicio de la gente hubiera retumbado en las paredes de los edificios. Tenían ganada la calle y así lo compartió con los compañeros que ya le esperaban tomando café, y quienes coincidieron en sus optimistas conclusiones.

A las 9 en punto decidieron comenzar su tarea. No eran más que siete personas. Nadie supo decirle qué había pasado con los demás. Tampoco importaba. Cogió una bandera de Andalucía para que no pudieran decir que únicamente representaba a un determinado grupo y marchó alegre y orgulloso de sí.

Una de las medidas de "coerción" con las que el sindicato había intentado días antes dirigir la "opinión" de los comerciantes locales, había sido sugerir a sus afiliados y a quien quisiera escucharles, no muchos la verdad, que boicotearan en un futuro las tiendas que abrieran sus puertas ese día. Tras caminar por el centro, Paco se dio cuenta de que de seguir aquel consejo, a partir de entonces debería hacer sus compras en otro pueblo.

Algo bueno que le sorprendió: había policía por todas partes velando por la seguridad de los ciudadanos y evitando que hubiera posibles altercados que por supuesto ellos no iban a provocar. Se preguntó dónde se esconderían tantos efectivos el resto del año. Hubiera venido bien su presencia cuando tres sujetos le robaron el bolso a su vecina o cuando un guiri fue desplumado en una calle céntrica a plena luz del día a punta de pistola por dos sicarios.

Siguió con sus cavilaciones, más que nada por no tener que centrarse en la triste realidad que le rodeaba. Más parecía una huelga de transeúntes, que poco a poco empezaban a reclamar de nuevo las calles, que de trabajadores pues todos los locales permanecían abiertos. En aquel ambiente ver a un puñado de personas agitando banderas, portando gorras y pegatinas coloridas y haciendo sonar un potente silbato rítmicamente provocaba hilaridad.

Algún comerciante salía a curiosear cuando percibía el escaso jaleo que montaban, y cuando les veían procuraba disimular una sincera carcajada antes de volver a su establecimiento vacío. Esto le sumió en una profunda tristeza de la que se contagió el grupo. De pronto se acercó un joven con uno de esos chalecos grises con multitud de bolsillos, armado con una potente cámara con la que se dispuso a hacerles fotos. Alguien preguntó a qué medio irían a parar las fotos. El chaval respondió que las subiría a Instagram y que estaba haciéndole fotos a un gato azabache de lomo plateado que les acompañaba desde hacía unos minutos, atraído por el bocadillo de atún con el que Paco pensaba matar el gusanillo de la tarde.

Con todo, lo más humillante ocurrió a la altura de la estación de autobuses, cuando una señora mayor se acercó a él con la cabeza gacha sin querer establecer contacto ocular, orquestó un simulacro de abrazo y sin decirle una palabra le puso un billete de cinco euros en la mano. Para que te tomes algo con tus amigos, le susurró la anciana mientras se alejaba de vuelta a sus quehaceres.

Aún estuvieron un par de horas rondando por la ciudad, sin mucho ánimo, como los miembros de la Santa Compaña. Todo aquel que les veía creía ver una estampa del pasado y procuraba alejarse de aquel grupo lo antes posible.

Decidieron gastarse los cinco euros en el bar de un conocido. Antes de que cayera el sol volvió a su casa. Le regalaron la bandera, por las molestias, que dejó sobre un sofá antes de meterse en la cama. Al día siguiente volvería a la cola del paro como cada mañana.