No se puede decir que Taruk viviera en la pobreza porque incluso aquella era demasiado selecta para su familia. Sin embargo las carencias que sufria no eran obstáculo para que su padre les diera una educación a cada uno de sus 17 hermanos y tres esposas; y no en sentido figurado, pues era él el que hacía las funciones de maestro, pues la escuela era muy cara y no podían permitírsela.
El pequeño Taruk no destacaba en ninguna materia en especial, más bien al contrario, odiaba con toda su alma las clases de lengua y literatura turca a las que le sometía su progenitor.
- ¿Para qué tengo que aprender turco si terminaré vendiendo kebab en un callejón de Frankfurt? - argumentaba el pequeño antes de huir de casa con el sordo sonido de la puerta cerrándose a sus espaldas mientras ante él se abrian los peligrosos suburbios de Ankara, un lugar como cualquier otro en el que diluir sus sueños; pues Taruk deseaba por encima de todo ser una estrella de rock. Amaba la música más que nada en el mundo desde que escuchara el disco de la banda sonora de "Pollas en alza", un drama ambientado en las calles de su barrio, con temas del gran cantante de fama internacional "Ahmed el de la chilaba".
A su padre, que no era ajeno a los deseos de su hijo, se le ocurrió entonces una manera de hacer que abrazara el estudio de su lengua natal. A partir de ese momento daría las clases cantando y le obligaría a hacer lo mismo a la hora de responder.
A Taruk le entusiasmó la idea y pronto dominó las reglas gramaticales del turco, hasta que una semana después de que empezaran a practicar con el nuevo método, unos fuertes golpes amenazaron con echar la puerta abajo.
Su padre interrumpió una balada sobre el uso de la dieresis para ir a abrir. Por poco no se cayó del susto al ver ante él a todos los vecinos del barrio, encabezados por Mehmet el carnicero, que vivia a su lado.
- Safed, haz callar a ese niño del demonio que no nos deja descansar. ¿Acaso no sabes que no están permitidos los sonidos por encima de cinco decibelios? Si no lo haces tú, nos veremos obligados a ponerle un esparadrapo en la boca y ya sabes que somos musulmanes, nuestros esparadrapos tienen pinchos.
Safed no sabía donde meterse. No había previsto que nadie se quejara. No supo que decir, ni como reaccionar. Sin embargo Taruk se enfrentó a la muchedumbre. Se puso delante de su padre con los brazos en jarras y comenzó a cantar una canción sobre la educación infantil y los derechos del niño. Nada de eso sirvio para hacerles cambiar de opinión. Mehmet cortó el aire con un golpe seco y se dirigió a las personas que le acompañaban.
- Este niño es de una casta inferior, llamadle simio.
Taruk se quedó sorprendido. ¿Donde se pensaba Mehmet que vivía?
- ¿Casta inferior? - inquirió ofendido - Eso es de la India.
- Bienvenido a la globalización, simio. - le escupió Mehmet mientras echaba mano de un rollo de esparadrapo con pinchos que guardaba en un bolsillo secreto de su turbante.
Safed se dispuso entonces a luchar con los puños por la dignidad de su hijo, pero este, que no quería problemas para su familia, aceptó no volver a cantar nunca más. Y así, Taruk, incapaz de concentrarse en la lección por no ser cantada, fue un ignorante toda su vida. Y a Mehmet lo detuvieron por vender cd´s piratas en su carniceria y cocaina también.
viernes, 12 de marzo de 2010
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... y cocaína también. Las historias son así, algunas estremecedoras y otras para ser contadas en una entrada. Buen fin de semana.
ResponderEliminarBuen fin de semana Conchita!
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