Entrevistador: Saludos señores lectores. Permítanme que les dé la bienvenida a su sección favorita. En nuestro periplo de ultratumba cuasianual, hemos estado siguiendo la pista a un personaje que permanece en la memoria de toda una generación de españoles. Cuya muerte conmovió al más insensible e hizo llorar a moco tendido al resto. Estamos hablando de... Chanquete.
Chanquete: A las buenas tardes.
E: Nos ha costado mucho encontrarle. Nadie podría haber pensado que alguien como usted, pudiera pasar la eternidad en el Valhalla. Para aquellos de nuestros espectadores que no lo sepan, el Valhalla es donde van los guerreros vikingos al morir en combate, y donde se entrenan diariamente, en espera del Ragnarok o de asaltar Ibiza en cuanto la sangría baje a la mitad de su precio.
Ch: Pues ya ves, aquí estoy.
E: Pero ciertamente no tiene usted mucha pinta de "guerrero".
Ch: Eso es que ahora me ves anciano, con una venerable barba blanca y fondón. Nadie piensa que bajo un gordo se pueda esconder una máquina de matar ¿no es verdad? A no ser que te caigo uno encima... Aun así conozco veinte formas de asesinarte, sólo con mi aliento.
E: Caray, ¿Dónde aprendió usted eso?
Ch: Yo de joven fui mercenario. Iba donde olía el dinero y donde no pudieran seguirme las madres de mis hijos.
E: Me deja usted sorprendido.
Ch: Todo el mundo tiene un pasado. ¿Acaso no hiciste tú una película porno cuando empezabas?
E: Pues no.
Ch: ¿Y como has conseguido este trabajo?
E: Bueno mi padre....
Ch: No me digas más. Está todo claro.
E: Bien, dejemos el tema. ¿Cómo se inicio en el sórdido mundo de los soldados de fortuna?
Ch: Todo empezó en la guerra civil española. Luché en los tres bandos durante aquellos años. Comprobé que tanto me daba matar a unos u a otros, no tenia remordimientos porque, total, no les conocía. Si en algún momento hubiera tenido que matar al lechero, mi madre se lo hubiera tomado a mal e igual me hubiera dedicado a otra cosa, pero no fue así. Después de la guerra el trabajo escaseaba, pero las guerras no, así que decidí vender mis servicios.
E: ¿En qué otros conflictos participó usted?
Ch: Ufff, fueron muchos: Korea, el Congo, Vietnam... fue ahí donde gané el mote de Chanquete.
Al lado de mi casa vivía un niño que se llamaba Chan. Que cabrito era el jodio. Siempre me estaba robando los calcetines y yo le gritaba "Chan que te voy a dar una torta como te pille, devuélveme la ropa". Pero el crío no me hacia caso. Al final de tanto repetirlo, como mis vecinos no sabían mucho de español, terminaron llamándome Chanquete.
E: Ah, que curioso.
Ch: No me mires así, estaba de guasa. En realidad me viene por mi afición al pescaito frito. Como te decía también estuve en Panamá, Iraq, las Malvinas, en un puñado de países africanos.... hasta que decidí dejarlo.
E: ¿Por qué razón?
Ch: Eché barriga y las balas cada vez me pasaban más cerca. Así que decidí retirarme, no fuera a ser que me hicieran otro ombligo por donde se me escapara la cerveza.
E: Todo esto de un Chanquete sanguinario me desconcierta.
Ch: No hay que exagerar tampoco, yo soy bueno ¿eh?, eso si, a los niños los odio un poco. A mi traeme a un perro, a un gato, bien, a una mujer, a un hombre adulto, no hay problema. Pero los niños... que no se me acerquen.
E: ¿A qué se debe esa animadversión?
Ch: Todo empezó hace casi treinta años, cuando decidí irme a vivir al sur de España...
E: Creo que se por donde va, se refiere usted a su etapa como pescador en Nerja.
Ch: Si, aunque lo cierto es que no salí a faenar ni una sola vez.
E: Entonces La Dorada...
Ch: Oh, dormía en ese barco porque las casas eran muy caras y las suecas quedaban deslumbradas. Además de esa forma despistaba a elementos indeseables. Cuando en el pueblo preguntaban por mí y les decían que vivía en un barco, no se lo creían. De todas formas el barco no era mio siquiera.
E: ¿Quién era el dueño?
Ch: ... Yo.
E: Pero usted ha dicho...
Ch: He dicho que era mio, no de alguien que cayó al mar en un descuido, repito, es mio, siguiente pregunta.
E: Me estaba contando que se afincó en el barco.
Ch: Ah si, y al poco, llegó esa extraña pandilla. Cuando cierro los ojos aún me parece verlos... creo que fue el hijo del tendero el que los llevó hacia mí, no se por qué. Supongo que para alejar de la tienda al niño gordo ese.
E: El piraña.
Ch: El mismo. Anda que no pasé yo hambre por su culpa. Una vez le pillé comiéndose la cubierta de popa de "La Dorada"; a escobazos lo tuve que echar. Y claro donde iba él iba el Tito, y con él su hermana y siguiéndola, los buitres que querían llevársela a la cama.
Gandhi: Chanquete, vamos, la pelea va a empezar.
Ch: Ya voy Dhalsim. En cuanto termine la entrevista. ¿Lo ves ahí tan pequeñito? Pues arrea unos cabezazos en las pelotas, que asustan, menos mal que aquí a la noche nos recomponen.
E: Hablábamos de los niños de Nerja.
Ch: Sí, como te iba diciendo, todos querían ligarse a Bea, menos Quique, que venia porque en su casa no le hacían caso. Yo los hubiera echado a todos el primer día, pero con ellos iba Julia, esa si que estaba buena. Tenia un buen par de alforjas, pero claro, siempre que creía que estábamos a solas, aparecía Pancho para que le prestara veinte duros.
E: El hijo del tendero.
Ch: Ya sabes de que pie cojeaba. Ya de joven le gustaba el jaco.
E: ¿Cómo?
Ch: Si hombre, el caballo. ¿No te acuerdas cuando le robó el suyo al dueño del chiringuito para intentar ligarse a Bea? Me pedía el dinero para comprarle alfalfa. Alguien tendría que haberle dicho que a una mujer si no vas montado en una moto, no la impresionas. Bueno, ya me he cansado de hablar. Me voy a la arena a ver si puedo quebrar algunos cráneos. Vuelve otro día si eso.
E: Desea decir unas últimas palabras.
Ch: ¡¡¡¡Pancho ha muerto!!!! ¡¡¡¡Pancho ha muerto!!!! A que jode ¿eh Pancho?
lunes, 18 de febrero de 2008
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jajajajajaja
ResponderEliminarDesde las alturas, Chanquete tambien se rie mientras me apunta al culo con un rayo :D
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