sábado, 25 de octubre de 2008

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Estallido

Fue un pequeño descuido. Se había apresurado al conectar la alarma del laboratorio y no había esperado a escuchar la confirmación de la activación. Le esperaba una de las camareras del bar del pueblo. No podía hacerla esperar.

Pero aquel no era un descuido banal. Al día siguiente, el investigador no se encontraría con el laboratorio revuelto por un mono travieso, sino con una jaula vacía, la del espécimen 0.

Cuando las alarmas comenzaron a sonar en el complejo, el espécimen se hallaba ya muy lejos. Aunque se desplazaba lentamente, les llevaba seis horas al equipo de búsqueda que enviarían tras él. No llegarían a tiempo.

Lo tenia todo planeado. Se sentía embotado, no podía pensar apenas, pero podía oler la comida que se apiñaba a solo un par de kilómetros, en el pueblo de Pinedown Hill. Primero infectaría a uno, le mordería en el cuello y en lugar de comérselo, lo dejaría libre. Este, a su vez, infectaría a otro, este a otro, y luego a otro más... pronto formarían un ejercito implacable que se extendería por todo el mundo. Ni las armas más avanzadas, ni el valor más admirable, serian suficientes para superar su número. Y todo habría comenzado por...

El cuerpo descabezado del espécimen 0 siguió caminando un par de metros antes de caer sin vida en mitad del bosque. Tras un espeso follaje, un cazador bajó el cañón aún humeante de su escopeta.

- ¡¡Ven hijo!!, creo que he cazado un Alce.

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