Meditando durante un buen rato en el que no sabía qué hacer y no había al alcance ninguna dependienta de buen ver con la que alegrarme la vista, colegí de la reciente experiencia estilística que quizás la realidad no la conforman un conjunto de objetos materiales, que pueden ir desde un destornillador a un pez, al que nos adaptamos y del que tratar de hallar sus reglas y su significado, sino que son las corrientes de pensamiento humanas, mayoritarias o no, las que dan forma a nuestro universo.
Como aún me quedaba un buen rato de espera hasta poder salir de la tienda, me dirigí a la puerta del local con el fin de desarrollar mi embrión de sistema filosófico que de seguro, imaginaba, me colocaría en el panteón de grandes filósofos, justo debajo de Heidegger y por detrás de Chiquito. Al contrario de lo que se piensan, la entrada de las tiendas de ropa femenina no son esos lugares frívolos donde los esforzados maridos, amantes, novios o pretendientes se dedican a marcar en corto a las clientas, sino que se han convertido en las ágoras del mundo moderno, donde se debate sobre temas de interés y no solo sobre el culo que tiene la cajera o como se le ve el canalillo a la señora del tocado chillón, que también.
De entre el grupo de personas que había aparcado su presencia junto a las puertas automáticas, decidí acercarme a un joven de pelo castaño y mirada soñadora, a juzgar por sus abultadas ojeras de las que se podía deducir que el chaval hacía tiempo que no disfrutaba de las horas de sueño preceptivas. Le saludé con un escueto hola y antes de que pudiera decir nada más desgranó con la minuciosidad del que está acostumbrado a dar pelos y señales del más mínimo de sus movimientos, su nombre, vida y milagros, qué hacía allí y qué esperaba de la vida para cuando alcanzara la cincuentena. Pedro, natural de un pueblo de la comarca mas no de la localidad, la cual estaba visitando pues su novia se había empeñado en ir a esa conocida franquicia que no tenía representación en su villa, llevaba esperando dos horas a que esta se decidiera entre un top color carmesí y unos leggins de licra verde pistacho. No entendía qué había que elegir si se trataba de prendas distintas y, o bien se compraba las dos, o bien la más barata en caso de que no le llegara el dinero para ambas. Pero la experiencia de tres años de noviazgo, boda en un año más, le había enseñado a no entrometerse en cuestiones de vestuario femenino, limitándose toda interacción a un minimamente creíble "Te queda muy bien cariño". Para cuando alcanzara su quinta década de vida esperaba estar divorciado. Cosas de las relaciones.
Le esbocé en un puñado de frases escogidas mis reflexiones sobre los pijamas y de inmediato se postró a mis pies y me instó a que le tomara como discípulo. Contento porque mi teoría hubiera conseguido un éxito tan rápido, continué con mi exposición.
- Bien, habíamos dicho que la realidad no es fija, que somos nosotros, los hombres, individual o colectivamente, los que diseccionamos nuestro entorno amoldándolo a nuestras necesidades. Las "características" no existen o al menos son irrelevantes. Una piedra puede ser un pisapapeles y un balón hacer de almohada, de la misma forma que usamos un pantalón de pijama como prenda para ir de fiesta o hacemos de un plátano un instrumento de placer según la función que otorguemos a los objetos que nos rodean.
- Luego los "objetos" se clasifican por funciones, no por características.- razonó Pedro de forma intuitiva.- Y si la funcionalidad de los objetos es subjetiva, la realidad, compuesta por estos, también los es.
- Exacto. Puede que en el colegio te hayan enseñado que una silla es una superficie rectangular o cuadrada sustentada sobre tres o cuatro pilares rígidos, pero eso es irrelevante. Al final para sentarnos podemos usar cualquier cosa que deseemos. Tenemos una necesidad: sentarnos, y distintos objetos que usar para cubrirla: una silla, el suelo o tu suegra, si se deja.
- Pero no todos los objetos sirven para cubrir determinadas necesidades.
- Aquí entra en juego la tercera parte de mi sistema filosófico: la voluntad. Yo he visto a un chino comerse una sopa wonton con palillos de una forma más limpia a como lo haría un cani con una cuchara del tamaño del plato. Y no hace falta que mencione el vestuario de Lady Gaga ¿Verdad? Por cierto, precursora y musa de este movimiento al que llamaré... Pulanberismo. Dependerá de nuestra voluntad cubrir nuestras necesidades con los objetos que nos ofrezca la realidad creando en el proceso nuestro propio universo.
- Maestro...- Pedro parecía avergonzado por interrumpirme.- su filosofía está muy bien, pero solo sirve para usar una salchicha como rascador de forma moralmente aceptable. Que a mi ya me vale, ojo, pero no es de utilidad para otra cosa.
-¡¿Cómo te atreves gusano?!- exclamé colérico mientras amenazaba cruzarle la cara ante tamaña insolencia con un seco gesto de mi brazo.- Para empezar, la dualidad necesidad-funcionalidad hace que la distinción entre bueno y malo tome un nuevo significado. Todo buen pulanberista considerará como bueno todo aquello que le permita cubrir una o varias necesidades, del mismo modo que lo que nos impida o dificulte satisfacer dicha necesidad será considerado como malo.
- ¿Me puede poner un ejemplo?
Era mi primer día como maestro de Pulanberismo por lo que tuve que improvisar sobre la marcha una parábola en la que plasmar los principios teóricos, sin duda demasiado complejos para una mente como la de mi flamante seguidor. No me costó mucho idear una.
- Iba un pulanberista camino de un encuentro de jóvenes promesas de la informática en la exótica ciudad de Castellón, cuando se encontró a un costado de un camino polvoriento a un pastor que miraba afligido al infinito mientras se apoyaba en su recio cayado.
- ¿ Qué le ocurre? - preguntó el pulanberista para saciar su curiosidad- parece preocupado.
- Parezco bien si. Ocurre que anoche salí a pastar con mis ovejas y al volver a la granja hace media hora y meterlas a todas en el redil me di cuenta de que me faltaba una. Salí corriendo en su busca pero al llegar a esta vereda me tuve que parar en seco pues ya es de día y los políticos rondan mi granja para expropiarla y poder hacer un aeropuerto. No puedo ir más allá, dijo mientras señalaba un frondoso bosque hacia el oeste, pues si me alejo demasiado esos buitres caerán sobre mi propiedad. ¿Podría ayudarme usted amable señor adentrarse en la arboleda en busca de mi ovino?
- El pulanberista se lo pensó un poco. En principio no tenía por qué ayudarle, pero luego recordó que al día siguiente pensaba romperle el PC a un competidor del torneo de Counter Strike que se celebraría en el encuentro para obtener así ventaja en el mismo, algo que le producía cierto remordimiento por la poca limpieza del acto; remordimientos que le venían de su educación temprana en la anticuada moral cristiana que su madre había insistido en inculcarle. Así que necesitaba hacer algo bueno con lo que lavar su conciencia, por lo que ayudó al pastor. Durante un par de horas estuvo buscando a Lucy, que así se llamaba el animal, hasta que al final la encontró gimiendo bajo las raíces de un alcornoque que alguna tormenta había levantado levemente del suelo. Se la devolvió al angustiado pastor y este le obsequió con un queso de tetilla.
A medida que iba contando la pequeña historia se habían ido acercando otras personas que compartían espera y algún que otro pitillo furtivo, fumado a escondidas con rápidos vistazos al interior de la tienda.
- Tengo un crío que es un bala perdida. No sé hacer con él - me interrumpió un señor de mediana edad con la mirada desesperada - ¿En qué me puede ayudar el pulanberismo?
- Te contaré otra historia. Esta vez basada en hechos reales - le dije.
- ¡Como las películas de Antena 3! - exclamó el preocupado padre.
- Igualito pero tranquilo, no hay asesinatos ni sale Kirk Cameron. - le tranquilicé antes de comenzar - << Me encontraba cierta mañana de primavera disfrutando de una mañana en el parque, sentado en un banco mientras contemplaba el cielo azul, cuando llegó a mis oídos la conversación que mantenían un padre y su hijo en un banco cercano. El hijo se llamaba Luis.
- Papá - preguntó angustiado el púber con un ligero temblor en su voz - necesito consejo para saber qué hacer con mi vida.
- Hijo, mira en tu interior y dime, dite, dinos, ¿qué necesitas? - preguntó a su vez condescendiente el sabio progenitor.
- El chico sacó la lengua hacia la izquierda, elevó sus ojos hacia el cielo y durante unos minutos meditó su respuesta, que llegó con meridiana claridad cuando yo ya me disponía a volver a mi casa.
- ¡Necesito comer!
- Pues hazte reponedor en un supermercado y come de tapadillo cuando el encargado no te vea.- fue finalmente el consejo del padre, que había entendido a la perfección el sentido del Pulanberismo.
El padre que me había pedido consejo comenzó a mover la cabeza frenéticamente de un lado a otro.
- No, no. Inaceptable. Yo quiero que mi chaval sea futbolista, o mejor aún, político.
- Lo que usted quiera es irrelevante. ¿Necesita que su hijo sea futbolista?
- Pues claro - respondió sin pensar.
- Usted es imbécil. - se lo dije sin paños calientes porque estaba claro que no había meditado un solo segundo su respuesta. En el pulanberismo no aceptamos las respuestas poco meditadas y nada razonadas.
No se esperaba el insulto gratuito y rojo de la furia contenida se acercó hacia mí mientras se remangaba un pulóver color salmón. Por fortuna su mujer salió cargada de bolsas y le obligó a cogerlas. El hombre salió detrás de ella como un corderillo y yo me libré de la asegurada agresión.
Y así gané al primer detractor del pulanberismo, que de todo tiene que haber para que sea considerado con el tiempo como una filosofía seria. Sin embargo las otras personas que se habían acercado seguían mostrando su interés. Un hombre de aspecto recio, cuerpo nudoso, mirada torva y porte sereno dio un paso hacia mi.
- ¿Tiene cabida Dios en el pulanberismo? - se me olvidó decir que vestía un alzacuellos.
Esa me la sabía, y esta vez no haría falta recurrir a una absurda anécdota.
- Por supuesto, si no existiera no estaríamos aquí, aunque no puedo asegurar que lleve mullet ni que tenga un cierto gusto por las túnicas. - aclaré - Llamo "Zaras" al espacio físico que nos rodea, lo que podemos tocar y sentir y que el ser humano otorga de significado y de verdad. Si tenemos en cuenta que los registros fósiles indican que no siempre ha habido hombres en la historia podemos suponer que existe un ser superior que creó el "Zaras" y lo moldeó hasta crear un entorno en el que pudiéramos desarrollarnos como especie.
- ¿Y entonces cómo explica los miles de millones de años que el planeta existió sin nosotros?
Era lo más cerca que había estado un sacerdote de apoyar la teoría de la evolución, o al menos que la Tierra no tiene 5.000 años, lo cual me sorprendió.
- Dios es el primer pulanberista de la historia. No se si creador o principal moderador del Zaras, aún tengo que reflexionar sobre ello, que estableció los "materiales" con los que cubrir todas las necesidades de sus creaciones.
- Como un "dungeon master" - apuntó un heavie con una estrofa de una canción de Manowar tatuada en el antebrazo derecho.
- Si, algo así, solo que no nos necesitó durante todo ese tiempo que transcurre entre el Big Bang y nuestra aparición en la línea evolutiva - En este punto noté que el páter se escandalizaba a juzgar por el movimiento de sus cejas- . Se divertía jugando con sus planetas, sus asteroides, sus soles... luego cuando se aburrió le dio por empezar a crear animales a los que dar de comer, sacar a pasear, lavar, pero claro, volvió a aburrirse porque tenía que estar pendiente de ellos todo el día porque estos animales, como los de ahora, no son capaces de modelar el Zaras para evolucionar y eso no le dejaba tiempo para dedicarse a otros menesteres, dejando insatisfecha a su mujer - En este punto el cura comenzó a santiguarse pero continué de igual modo.- Así pues en algún punto de la historia cósmica nos "creó", modelando el Zaras para formar unas criaturas a su semejanza que actuaran de forma independiente y de paso hicieran algo más interesante que pastar y dormir. Para aprovechar material, cogió a un mono, le afeitó y le otorgó de conciencia, la herramienta catalizadora de la realidad.
El silenció cayó en aquel pedazo de acera frente al local.
- Es una suposición mía vamos, que yo no estuve allí.
El cura se quedó pensativo. Escudriñando su rostro no podía decir si se debatía entre el horror más iconoclasta o la reflexión más positiva. El caso es que dijo "Interesante" y retrocedió un paso volviendo al lugar que había ocupado hasta entonces.
Examiné a los demás esperando que alguien más se lanzara a preguntar.
- Mariano Perea, del bajo quinta del edificio Colores de la calle de aquí al lado, reservista en la Batalla de Brunete - se presentó un anciano apoyado en un bastón que temblaba bajo el peso de su menudo cuerpo - ¿No será usted un rojo hippie de esos?
- Nada más lejos de la realidad. El comunismo no tiene nada que ver con el Pulanberismo. De hecho no tiene nada que ver con ningún sistema político en particular. Estos surgen no como producto de una lucha por los medios de producción como postula Marx, sino por necesidad de los habitantes que se los otorgan. Así, los españoles por ejemplo necesitan de un régimen corrupto, vil y traicionero que no se ocupa de sus gobernados, porque de esa manera el vulgo, el más simple panadero, broker o presentador de televisión puede enmascarar su propia ruindad y bajeza moral.
- Eso, eso - vitoreó el viejo - ¡Necesitamos que vuelva el General!
Hice como que no había escuchado nada e intenté proseguir, pero un joven rastafari blanco me interrumpió.
- ¿Cómo puedes decir que los ciudadanos se otorgan dictaduras o regímenes corruptos? ¿Y qué es eso de hacer irrelevante la lucha por los medios de producción? ¡¿Es que no has leído a Marx tío?!
- Mal que te pese, el motor de la historia no es la lucha por dichos medios, sino el choque de las necesidades de distintos países, individuos o clases. Ante un choque de necesidades ganará aquel que tenga más voluntad para conseguir cubrirlas.
- ¿Y cómo explicas las conquistas proletarias?
-¿Qué conquistas? Los medios de producción siguen en manos de los empresarios porque los obreros no tienen voluntad y no son capaces de sobreponer sus necesidades por encima de las de los dueños de los medios productivos que si dan alguna ventaja a sus empleados es porque lo necesitan, como el famoso ejemplo de Henry Ford y la subida de sueldo a sus empleados para que compraran los mismos productos que fabricaban...
- Un momento - intervino Pedro, que hasta entonces había guardado un sepulcral silencio - Todo eso está muy bien pero es algo complicado para mi, para el hombre medio en general vaya. Vayamos a cosas más prácticas. Si yo necesito que una chica me enseñe las tetas, ¿eso hará que ocurra?
- Prueba a intentarlo - le dije.
En aquel momento una veinteañera se disponía a entrar en la tienda procurando poner la máxima distancia posible entre su atlético cuerpo y nuestro grupo, pero no pudo escapar al placaje de Pedro que de un salto se colocó a su lado, miró al interior del establecimiento para cerciorarse de que su novia no se encontraba en los alrededores y le preguntó a la sorprendida joven: ¿Me enseña los senos?
Como respuesta recibió un sonoro bofetón que sentimos todos los que nos identificábamos con su acción, y me miró con los ojos vidriosos mientras se acariciaba la mejilla izquierda, receptora de la "galleta" preguntándome con los ojos qué había podido fallar.
- La suma de las necesidades totales es igual a 1, es decir, siempre hay alguien cuya función cubre nuestras necesidades o las de cualquier otro, en el universo conocido; y lo mismo ocurre al contrario. De seguro que en algún lugar hay alguna persona que necesite enseñarnos las tetas, solo es cuestión de buscarla, de tener la suficiente voluntad como para no rendirnos y continuar pidiéndole a las mujeres del mundo que muestren sus brevas al sol.
Aquello pareció convencer a Pedro, cuyo ánimo se recuperó del reciente incidente y abrazó de nuevo con ferviente fe el pulanberismo. El siguiente en intervenir fue Anselmo, concejal de urbanismo y que creo que se unió a nosotros como estrategia para ganar votos, aunque sostenía la mirada de forma sospechosa sobre Pedro.
- Necesitamos más espacio - dijo - En esta ciudad por ejemplo las soluciones habitacionales son escasas y no seremos capaces de absorber un aumento de la población.
- Estás muy equivocado. Hay mucho sitio en el planeta. No necesitamos más.
- Pero la gente vive en las ciudades y allí viven apiñados como ratas.
- Y por ello se construyen edificios más altos, como el "rascacielos" junto a la plaza mayor.(el mencionado "rascacielos" era una edificación de 4 plantas de nuevo diseño destinada a albergar oficinas, viviendas unifamiliares o polvo, como estaba ocurriendo al final)
- Y chabolas también - contraatacó el concejal dispuesto a conseguir la razón a toda costa.
- Si las hay es porque la gente las necesita.
- ¿Pero tú crees que les gusta vivir así? ¿Apiñados?
- No lo se, supongo que no aunque haya más posibilidades de tocar teta, pero yo no he hablado de "gustos" en ningún momento. Hablo de necesidad. Si necesitaran otra cosa, vivirían en otro lado.
Pareció darse por vencido y tras un par de preguntas sobre el vestuario oficial de un pulanberista (pantalón de pijama, que en invierno puede ser de felpa y una camiseta con un lema ingenioso) y sobre la necesidad de tener discos de Juan Magán di por concluido el debate.
Mi exposición había sido tan convincente que los presentes comenzaron a aplaudir. Un mendigo que pedía dinero para alludar a sus ijos que parecían hanvre se me acercó y me dio un par de monedas. Ya no las necesitaba para el cartón de vino que pensaba agenciarse, pues mis palabras le habían embriagado.
Y todo ello por unos pantalones del Pull & Bear. Está claro que tenía que ser allí pues sus estanterías están decoradas con ejemplares del Código Iuris Civilies, los Anales de Tácito o la Historia de Hispalis, entre otros. Todos ellos más falsos que la sonrisa de las dependientas si, pero ahí están. Si en la época de Platón hubiera existido Mango, la filosofía se hubiera desarrollado hasta limites mas allá de lo conocido.
PD: Este post no ha sido patrocinado por Pull & Bear ni por la competencia, aunque hubiera estado bien.
Mu rico! efectivamente, las tiendas "empuja y oso" deberían patrocinar el post y el blog entero!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo!
Tendré que negociar con el dueño a ver si se estira un poco.
ResponderEliminarUn abrazo Fran!