viernes, 28 de marzo de 2008

Anoche fui... Donkey Kong

Aún recuerdo cuando vivía en la selva, con la mona chita, la gorila de Congo y copito de nieve, que por aquel entonces aun era negro; eran primates sencillos que no iban de estrellas, con los que se podía salir a tomar un banana split y oler unos cuantos traseros.

Fue un pequeño malnacido italiano, el que me apartó de aquel paraíso florido. Un día vinieron varios cazadores y me capturaron. Me metieron en una jaula rumbo a Europa, al circo "Super Mario" del que era dueño un antiguo fontanero.

Durante meses me tuvieron esclavizado, actuando en funciones diarias de más de cinco horas. Hubiera sido un calvario de no ser por Peach, una princesa moderna de esas que se casan con funambulistas, en este caso, con Mario, el fontanero italiano, a la que este maltrataba cuando se emborrachaba, lo que solía ser muy frecuente. Ella me daba plátanos y me acariciaba el lomo, mientras me cantaban canciones de países lejanos, que me hacían añorar menos mi antiguo hogar.

Una noche, cuando ya se despedía de mi, apareció el mostachudo borracho como una cuba. De inmediato comenzó a zarandearla e insultarla sin ningún motivo. Me puse furioso ante tamaña agresión y cuando le propinó una bofetada que la tiró al suelo, no pude más. Destrocé la jaula, recogí a Peach del suelo, y con ella en brazos, me perdí en la oscuridad de la noche. La carpa estaba montada a las afueras de una ciudad, por lo que a esas horas de la madrugada, las calles estaban desiertas.

Mario me persiguió tambaleandose, hasta el esqueleto metálico de un edificio en construcción. No podía seguir huyendo, debía enfrentarlo de una vez por todas. Aquel lugar sería perfecto.
Subí al ultimo piso y coloqué a la chica sobre una plataforma segura. Mario ya avanzaba por el primer piso. Debía detenerlo a cualquier precio, pero ¿cómo?

Miré a mi alrededor. Aquello debía servir como almacén, porque estaba repleto de barriles. Cogí uno de ellos y lo lance por las escaleras. Descendió vertiginosamente y a punto estuvo de aplastar a Mario, que lo salto en el ultimo instante.

Aun sorprendido, continuó avanzando por el oscuro pasillo. Lance todos los barriles que tenia a mano, pero conseguía saltarlos limpiamente. Era increíble la agilidad que demostraba pese a la cogorza que llevaba a sus espaldas. Para más desgracia, en el segundo piso encontró un martillo con el que destrozarlos. Debía encontrar algo mas efectivo... y entonces me fije en la etiqueta de uno de los barriles: inflamable. Le prendí fuego y lo lancé rápidamente. Estuvo cerquisima de acabar con el tenaz fontanero, pero pudo subir por la escalera en el instante justo en que el fuego la consumía.

Cada vez se iba acercando más y más, y los barriles se estaban terminando. Cuando apareció en el fondo del pasillo, lo vi todo perdido. Rápidamente fue esquivando todos mis lanzamientos, hasta que finalmente consiguió subir a la plataforma donde reposaba la chica.

Antes de que estuviera a su alcance, cogí a Peach y escapamos a otro edificio. Desde entonces sigo huyendo, hasta que Mario se canse, o el chaval con granos que veo al otro lado de la pantalla se quede sin monedas.

2 comentarios:

  1. Señor Roboto, en aquellos tiempos Peach aun no habia nacido, la novia de Mario era una tal Pauline... No puedo creer que alguien como usted cometa semejante fallo documental...

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  2. Bueno, es que era el donkey kong del remake :D La verdad es que ha sido un fallo garrafal si, aunque, quien sabe, igual Peach es el nombre que se puso Pauline para huir de Mario :D

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