viernes, 7 de marzo de 2008

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Curtis

- Cinco minutos más y lo dejo.

Llevaba todo el día en aquel vertedero, buscando piezas para ensamblar la que seria su obra maestra: un androide multipropósito, capaz de liberar al ser humano de las tareas mas reiterativas del hogar.

Pronto oscureceria, y no le convenia encontrarse fuera de casa cuando eso sucediera. Los merodeadores estaban muy activos últimamente.

Ya iba a darse por vencido, cuando creyó distinguir un pequeño brillo en un montículo de piezas oxidadas. Se acercó rapidamente y aparto decenas de tornillos, placas electrónicas y todo tipo de componentes desechados, hasta dejar al descubierto el cuerpo semicorroido de un robot con forma humana.

Gritó de jubilo olvidando toda precaución. Aquello era como encontrar un boleto premiado de la loteria en un basurero. Sólo necesitaria un mínimo de restauración, aparte de incluir en su memoria, el revolucionario programa de mantenimiento que habia diseñado durante tantos años: el proyecto de su vida.

Cargó el pesado cuerpo de metal en sus espaldas y lo llevó a su laboratorio. Una semana de duro trabajo después, su androide, al que bautizó como Curtis, en recuerdo del mayordomo de la familia, estaba listo para iniciar sus tareas.

Con gran emoción, pulsó el botón de encendido. Los primeros segundos, el robot no hizo nada. No podia haber fracasado. Habia invertido tanto tiempo... pero entonces, los vidriosos ojos del robot centellearon un par de veces, hasta que brillaron con fuerza ininterrumpidamente. El altavoz instalado en la cavidad bucal artificial, crepitó.

- Curtis 0.1 a su servicio, Señor Keys.

- ¡Excelente, excelente! - gritó David - He estado revisando tu banco de memoria, pero está encriptado. Dime, ¿quien te creó?

- Uno, señor - respondió el androide.

- ¿Uno?, ¿Quien es Uno?

- Uno es Uno, señor.

- ¿Un cientifico? ¿Un ingeniero? - insistió el inventor, pues la fabricación de robots aún estaba en pañales y sólo se dedicaban a ello, un puñado de industrias. Industrias que no dudarian en quitarlo de la circulación si se enteraban de que habia modifciado uno de sus modelos.

- Uno es Uno - repitió Curtis.

Keys se dió por vencido con un suspiro de resignación.

- Bien, dejémoslo por ahora. Probaremos mis rutinas de comportamiento. Curtis, limpia el salón.

El androide cogió la escoba que le tendió David y se dirigió con pasos mecánicos hacia la estancia. Media hora después, habia terminado varias tareas sencillas, cumpliendo las expectativas con relativo exito. Cuando le mandó ordenar el trastero, Curtis ni siquiera se movió. Se quedó estático en mitad del pasillo, como si no hubiera escucha la orden. La repitió varias veces, con el mismo resultado. El androide parecia muerto.

- Será un ligero fallo en la programación de la rutina de obediencia - pensó - Será facil de reparar.

Durante toda la noche, estuvo inspeccionando el cerebro cuántico de Curtis, hasta que halló un error grave en el sistema de decisiones: un error irreparable.

Al día siguiente volvio a asignarle las tareas que se habia... negado a realizar; pero su actitud continuo siendo la misma.

No podia tolerar tanta ineficacia. Era un prototipo avanzado para la época sin duda, pero no era lo que él queria. Tenia muchas posibilidades, pero le llevaria años subsanar aquella falla en su sistema. Seria más fácil comenzar de nuevo, y menos arriesgado.

Sacó la placa con la programación complementaria y borró de su memoria cualquier recuerdo de aquellos días. Por la tarde, poco antes de anochecer, cargó al androide de vuelta al montículo donde lo recogió. Y allí se quedó; con los ojos abiertos mirando a un paisaje que no podia ver. Olvidado por el mundo, hasta que alguien le diera otra oportunidad.

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