lunes, 2 de julio de 2007

Roy, Elfo farmaceutico: Camino a la aventura

Quizás no era el miembro más destacado de la hermandad, pero siempre se podía confiar en el bueno de Sherme para encontrar el camino de vuelta a casa tras una noche de juerga, o un lugar recóndito donde esconderse de un marido furioso. Sólo esperaba que estuviera a esas horas en su tienda del pueblo, pues solia practicar lo que el llamaba teletrabajo, que consistia basicamente en no ir a trabajar.

Miró a traves de los cristales ahumados del escaparate, mientras a su lado, Bolita intentaba alcanzar el ventanal con pequeños y ridiculos saltitos.

- Deja de intentarlo Bolita, con esas piernas no llegarás muy lejos.

- El gran Trebor nos creó con piernas pequeñas y gruesas para mantenernos firmes en una carga, muchacho - repuso indignado el enano.

De nada le hubiera servido poder ver el interior, pues no habia ni rastro del dueño; pero la puerta estaba abierta, así que entraron. La tienda estaba a oscuras, pero bajo la rendija de la puerta del fondo, se escapaba un hilillo de luz, hacia el que se dirigieron sin hacer ruido.

Al abrirla, se encontraron con un hombre desgarbado, que lucia un extraño circulo de cristal sobre el ojo izquierdo, sentado ante una mesa repleta de dibujos extraños, y la jaula abierta de un loro que revoloteaba en esos momentos por la habitación.

- Cerrad la puerta, ¡rápido! - gritó alterado el dependiente.

- Sherme viejo zorro, soy yo, tu colega Roy.

Pero el archivador que organizaba la mente de Sherme, era incapaz de encontrar ese nombre en la biblioteca de sus recuerdos.

- ¿Reconoces ya a tus 20 hijos bastardos? - añadió el elfo, esperando que eso le refrescara la memoria. Y funcionó a tenor de la sonrisa que se dibujó en la cara de su antiguo compañero de la torre Angbar.

- Sólo cuando no puedo esconderme en algún callejón!! Caramba Roy, ¿cuanto tiempo hace que no nos veiamos?

- Unos cuatro meses - calculó.

- Vaya, no me hubiera importado que hubieran sido algunos más.

En una clase de pociones, en 4º curso, Roy habia vertido sin querer un poderoso afrodisiaco en el jugo de fortaleza de Sherme. Pasó la mejor noche de su vida, pero nueve meses despues... habia tenido que huir de la torre sin acabar sus estudios. Deberia odiar a Roy por aquello, pero le debia la vida y además de no ser por él no hubiera encontrado su verdadera vocación.

- Y dime viejo elfo, ¿qué es lo que te trae por aquí?

- Necesito uno de tus mapas, sigues trabajando el género ¿verdad?.

Bolita, que hasta entonces no le habia quitado la vista de encima al loro, que amenazaba con hacerle algo poco higiénico, intervino en la conversación.

- ¿Mapas?

- Si, mapas - contestó Sherme - son representaciones gráficas de un determinado lugar, plasmadas en papel. Pero no son gratis claro.

Roy no habia pensado en aquello, creia que les saldria gratis, pero ya se sabe que la confianza da asco. De pronto recordó algo.

- Oh si si, se encargara él - dijo señalando a Bolita - ¿ves esa bolsa en su cinturón? está repleta de dinero.

Instintivamente el enano puso su mano encima. Podia oler una estafa a kilómetros.

- El gran Trebor nos dió toneladas de oro para que lo trabajáramos y forráramos sus habitaciones con las láminas resultantes, no para que lo derrocháramos.

Y no estaba dispuesto a deshacerse de su parte por un trozo de pergamino. Así se lo hizo saber a Roy, con una mirada capaz de fundir el plomo, pero totalmente inutil frente a las artes hipnóticas de un elfo. Tuvo que rendirse y dar su brazo a torcer, en cuyo extremo, empuñaba el oro.

Sherme sopesó las monedas, hasta que comprobó que eran de verdad.

- Bien, bien ¿y de que lugar lo quereis?

- Queremos llegar a la montaña del trueno... 12 ¿no es asi Bolita? y... oye!! ese pajaro tuyo tiene el vientre suelto - observó el elfo mientras trataba de limpiarse la, ya no tan blanca, bata.

- Enseñame las tetas!! - graznó el loro.

- No no, no es un pajaro. Es mi última invención, que hará obsoletos a mis mapas. El loro alza el vuelo y va indicando el camino por el que quieres ir, por medio de estos dos vasos unidos por una cuerda. Ya lo tengo todo preparado, solo me queda enseñarle todos los topónimos, pero no esta muy por la labor.

- Compadre comprame un coco - corroboró el pájaro, que habia cesado de aletear, para posarse en el hombro de Sherme, mientras este rebuscaba en una recargada estanteria repleta de papeles.

- Ah, aquí está. Serán 12 monedas, es el último que me queda.

Bolita abonó la factura a regañadientes y salió refunfuñando a la calle, pues los enanos son algo agarrados.

- No se por qué hemos tenido que gastar tanto dinero en ese "mapa", cuando con un sencillo hechizo de orientación...

- Si, pero nos hubiera costado aún más caro, además esto es más duradero. A vosotros os vendria bien tener uno siempre a mano. ¿No sabes que a los pequeños como tú os pueden pasar cosas malas?

- El gran Trebor - respondió enojado el enano- nos creó pequeños para que cupieramos por las cañerias de su casa y nos dió un pésimo sentido de la orientación para que no huyeramos de allí...
Bolita se quedó pensativo, como si acabara de contemplar por primera vez una verdad que estuvo siempre ante sus ojos.

- Que hijo de puta...

- Ya blasfemarás más tarde, pongámonos en marcha. Según esto, debemos cruzar la meseta en la que nos encontramos en direccion noroeste hasta llegar al lago Andrónico. Una vez allí giraremos al norte. Tras un par de días de caminata encontraremos un pueblo llamado "Muerte acechante".

- Que nombre más acogedor - añadió Bolita.

- Pues sí. Desde el pueblo, tendremos que tomar la ruta del noreste, rodeando el bosque negro y ya habremos llegado a tu casa. En marcha!!

Ragnis, el viento montañoso del noroeste azotaba sus frágiles cuerpos. En su precipitada huida de horas antes, habia olvidado la ropa de abrigo sobre la mesa de su habitación. Con toda seguridad la señora Godfry podria sacar un buen pellizco por su abrigo de piel de Chinchilla-lobo, y con un poco de suerte, daria por zanjada su deuda.

No se dirigieron la palabra en todo el camino, pues estas se habrian congelado nada más salir de sus bocas, pero la tiritante mirada del enano y las estalactitas de hielo que pendian de sus bigotes, le decian que estaba pasando algo de frio.

En cuanto dejaron la meseta atrás, el tiempo cambió radicalmente. El sol derritió la nieve acumulada sobre su cuerpo y les devolvio la vida que el maligno Ragnis habia estado a punto de llevarse. En realidad lo que ocurria es que les gustaba quejarse mucho.

- Primero una asquerosa lluvia roja, luego un viento helado, más frio que la cama de un matrimonio y ahora este calor asfixiante. Jamás me acostumbraré a este clima. En mi montaña la temperatura es de 20º permanentemente.

Por sus quejas, Bolita parecia totalmente recuperado.

- ¿Y teneis fuego? - quiso saber Roy.

- Si claro - respondió orgulloso, como si aquello fuera el logro más grande que una civilización podia alcanzar (cuando todo el mundo sabe que son las luces que se encienden de una palmada)

- Bueno, pues nos vendria bien uno aquí, porque dentro de oscurecerá - observó el elfo.

- Tienes razón, ¿qué clase de conjuro usaras?

- ¿Conjuro? ¿me has tomado por uno de esos magos ventrilocuos? Usare un invento de mi cosecha.

Rebuscó en su hatillo, hasta que sacó un pequeñe cilindro aplanado por los laterales.

- Yo lo llamo, fuego automático.

Pulsó un botón del artefacto y del extremo superior surgió una pequeña llama.

- Oh, ya veo!! - susurró admirado Bolita- has metido una cria de dragón ahí dentro ¿verdad?

- No exactamente, en cualquier caso necesitamos algo que arda. Ve a cortar leña por favor.

- ¿Y cómo quieres que lo haga? - preguntó sorprendido.

- Esa enorme hacha que cuelga de tu espalda ayudaria.

- Oh, ¿esto? sirve solo para rebanar cabezas. Los enanos no podemos ser leñadores, tenemos los brazos demasiado cortos.

- Y apuesto a que ese Trebor tiene algo que ver- añadió Roy.

Los ojos del enano se abrieron como platos antes de escupir al suelo

- Mira, ni lo nombres!!

- De todas formas el ser bracicorto no te impide recoger ramas del suelo ¿no?

Mientras Bolita se afanaba en reunir un buen haz de leña, Roy buscó algo para comer. Solo pudo conseguir un escuchimizado murcielago contra el que habia chocado y unas extrañas bayas púrpuras, junto a las que dormian tres conejos y un par de ardillas.

Orgulloso de su éxito, fue a enseñarle a Bolita las viandas. Al ver las bayas, el enano se las quitó de las manos y las tiró bien lejos.

- De buena nos hemos librado. Cuando ibamos en tu busca, paramos aquí a comer. Tres de mis compañeros las probaron. Instantes despues se dirigieron a la espesura del bosque presas de un fuerte dolor de estomago. Tardaron tanto en volver que decidimos recogerlos a la vuelta. Pero mientras recogia la leña, he ido a verlos. Todavia siguen en un rincón, con 40 kilos menos eso si. ¿Notas ese ligero olor nauseabundo? te dare una pista: no es compost... todavia.

Asi pues tuvieron que conformarse con el desnutrido muercilago, al que asaron al fuego.

- Asi estará más crujiente- comentó Bolita- y te hara olvidar que este bicho come mier...

- Creo que estoy empezando a arrepentirme de haber venido - comento con asco Roy, cuya fama de escrupuloso era legendaria en todo el pais; en todo el pais donde era conocido.

Cuando terminaron de cenar, se tumbaron con el cielo estrellado como gran escenario del que ellos eran unos insignificantes espectadores.

- Son bonitos esos puntos luminosos ¿verdad? - preguntó el enano.

- Si que lo son. Los sabios de mi hermandad, estan convencidos que son grandes globos de fuego que se mantienen a flote en el aire.

- ¿Y para que están alli?

- Supongo que para iluminar - respondió Roy sin mucho convencimiento, nunca se lo habia planteado.

- Pues no parecen funcionar muy bien. ¿Sabes cuantos enanos han muerto al ir a las letrinas por la noche, cuando salimos de viaje? yo te lo dire: demasiados.

Guardó un minuto de silencio en honor a los caidos y siguio hablando.

- Los enanos creemos que son diamantes incrustados en la montaña dentro de la cual reside nuestro mundo. El rey Bolón quiere hacerse con ellas. Tenemos todo un ejercito de vacas para llegar hasta donde se encuentran.

Pero Roy no pudo oir semejante despropósito, pues dormia plácidamente. Pronto le siguió Bolita. El rumor del viento traia palabras apenas inteligibles:

- Bésame el culo entero, bésamelo con esmero.

Pero no lo escucharon.

Con los primeros rayos del sol, levantaron el improvisado campamento y partieron hacia el lago Andrónico. Quince kilometros les quedaban, según un cartel apostado a un lado del camino turistico que habian tomado. Bolita no estaba de acuerdo, pues era frecuentado por ladrones y estafadores, que gustaban de asaltar a los incautos que pasaban por allí. La via se encontraba por ello en un estado lamentable, con adoquines sueltos a todo lo largo, y con una incipiente hierba que iba en camino de terminar con la obra de los hombres en poco tiempo.

- Bolita, ¿cómo un enano de batalla como tú, puede tener miedo de unos vulgares asaltantes?

- Por si no te has dado cuenta, soy un puñetero tapón!. De una patada me podrian mandar al mar de la bruma- contestó alterado el enano, que no dejaba de mirar nervioso las margenes de la calzada, donde las espesas matas de forraje podian ocultar cualquier peligro.

- No me encontraré seguro hasta que lleguemos al embarcadero del lago.

- Pues vosotros no llegar allí.

La voz provenia del jefe de un grupo de bandidos que les habian salido al paso. No serian más de ocho, calculó Roy, pero sus pelos largos, sus ojos semirasgados y su piel cetrina, les conferia un fiero aspecto.

- Oh no, ¡¡son los samurios!! - susurró Bolita con un hilo de voz. La cota de malla no le hubiera llegado al cuello, en caso de tener uno - los bandidos más salvajes del reino.

El jefe, se adelantó, amenazando a la pareja con un afilado tridente.

- Tú diarme todo dinero tú llevar encima o yo ñaca ñaca.

- Roy...- La voz amenazaba con huir del enano en cualquier momento, escondido como estaba tras las piernas del elfo- ¿ha sugerido que va a abusar de nosotros?

- No, ha acompañado el "ñaca ñaca" con un movimiento de inserción.

- ¡¡Pues a eso me refiero!!!- gimió desconsolado.

- Tranquilo, creo que sólo quiere matarnos.

El samurio tardó un par de segundos en entender la conversación.

- Si, si, yo matiar. Asi que venga, dar dinero a me.

- Solo hay un problema - lamentó Roy- no tenemos.

- ¿No tener?

- No.

- ¿No tener dinero?

- No, no... tiener.

- Entonces yo matar. ¿Tu estar seguro seguro?

- Psss, Roy, yo si tengo - le susurró el enano- la bolsa, ¿recuerdas?

El elfo se agacho, para que los ladrones no pudieran escucharle.

- Guardalo, nos hará falta. Cuando yo te diga, no respires. Cuando me veas correr, sígueme como si te persiguiera tu suegra.

- Eh vosotros, ¿de qué hablar?

Por suerte, el samurio no habia oido nada.

- Estaba consultando con mi compañero el tema del dinero. Resulta que si que tenia algo, aquí en mi mochila.

El cuerpo del bandido se distendió.

- Bien, yo saber tú tener. Tener buen porte y bonitos ojos. Hombre guapo siempre tener dinero. Ahora tu dar, tu dar.

Roy aprovechó la relajación del jefe, para coger unos extraños polvos blancos. Los extendió en la palma de su mano y antes de que pudieran reaccionar los atracadores, los sopló hacia ellos.

- No respires Bolita- le advirtió- este es mi ataque....Nieve enloquecedora!!!!!

Continuo soplando hasta que la sustancia blanca desapareció de su mano, introduciendose en el organismo de los atacantes.

Al principio no ocurrió nada, pero pronto un miembro de la banda, empezó a reirse. Luego otro, y otro más... en pocos segundos la risa nerviosa se habia apoderado de ellos, seguidamente empezaron a moverse de forma extraña, descoordinados. Uno de ellos, corrió hacia un arbol, subió hasta la copa y gritó:

- Mirad, soy Comhi Aboy!!

Cuando empezó a hacer el mono, las carcajadas se extendieron por toda la llanura. Daba la sensación de que cuanto más reian, más se alejaban de la realidad. Distraidos como estaban, Roy echó a correr.

- Ahora Bolita, sígueme!!- le gritó desde la distancia.

Corrieron y corrieron hasta que sus piernas no aguantaron más.

- Oye ¿qué fue eso? - quiso saber el enano, que luchaba por su vida, tendido sobre un campo de margaritas.

- Es un producto que sinteticé un día que no sabia qué hacerme de comer.

- Ahora entiendo lo de "farmaceutico" - fue todo lo que pudo decir el enano, antes de caer sin sentido, por el esfuerzo realizado.

Un cubo de agua bien fria, le ayudó a despertar, horas despues.

- Por fin has vuelto en tí. He cargado contigo todo el camino - comentó alegremente Roy.

Pero la sangre aún no habia retornado al cerebro del enano.

- ¿Qué?

El elfo le ayudó a levantarse. Cuando se despejó un poco, vio que ante él se extendia una brillante superficie acuática.

- Bienvenido al lago Andrónico.

4 comentarios:

  1. jojojo...pero ese Roy es tremendo,lo que no le pase..

    Tas loco tronko!!!

    Un saludo

    ResponderEliminar
  2. Bastante mejor que la entrega anterior, aunque el loro sea un poco cantoso. Y que no se que puede tener de hipnotico un elfo, pero bueno...
    Vas bien, sigue mejorando ;)

    ResponderEliminar
  3. ¿Más frío que la cama de un matrimonio? XDDDD qué grande eres, Roboto, Besos, guapetón

    ResponderEliminar
  4. Jajaja si que estoy loco sett :P tiene sus ventajas, en el cine pago la mitad de la entrada :)
    Gracias Slayer :) bueno un elfo no puede hipnotizar a menos que haya dado clases de hipnotismo claro :P Lo del loro... va para largo.
    Jajaja gracias Raquel, aunque he de reconocer que no es siempre fria, depende del matrimonio tambien y del tiempo que lleven casados :P
    Besos y abrazos!!!

    ResponderEliminar