domingo, 4 de enero de 2009

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Bajo el agua

No recuerdo haber venido a la playa, no recuerdo haberme bañado en el mar, sin embargo, despierto bajo el agua, a pocos centímetros de la superficie. Puedo ver con claridad el cielo despejado; una gaviota que sobrevuela la zona y se abalanza sobre un desafortunado pez. Puedo ver el sol, inundando con su calor las aguas que me rodean. Me ahogo.

Al principio es fácil nadar, buceo hacia el exterior, hacia el aire libre. Un par de centímetros más y abré emergido triunfante de las traicioneras aguas.

En el ultimo instante, cuando mi nariz ya capta el frescor de la brisa costera, las fuerzas me abandonan. Desciendo como un plomo. Me ahogo.

Ahora braceo, no para huir, sino para no caer más. Empeño en ello hasta la ultima de mis energías. Es inútil, sigo hundiéndome. No puedo más. Me ahogo.

Ya no se ve tan claro el cielo, ya no percibo el calor del sol. Yo soy el pez desafortunado, que no morirá en las fauces de un ave, sino en las mías propias. Ya me rodea la oscuridad abisal, no veo el fondo. Mucho me queda por recorrer. Me ahogo.

2 comentarios:

  1. Muy bueno... siempre hay palabras que naufragan, esperando ser rescatadas por ojos ajenos.

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  2. Gracias Lucifer. A veces no son solo las palabras las que naufragan...
    Gracias por la visita!

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