Le llamaron Billy-1 en honor del hijo del ingeniero jefe del proyecto "Nuevo amanecer". Veinte años y el esfuerzo combinado de la comunidad científica de más de treinta países fueron necesarios para dar vida al primer androide autoreplicante. El primero de una nueva especie sintética llamada a servir a los hombres por toda la eternidad. Su aspecto era el de un joven moreno de apenas veinte años, rostro agradable y sonrisa perenne. Tan conseguida estaba su apariencia externa, que pocos podrían pensar que su interior escondía un entramado de circuitos y cables en lugar de vísceras. Lo anunciaron a bombo y platillo como el primer humano manufacturado.
Tras una serie de pruebas motrices y psicológicas que certificaron su capacidad operativa, se desveló al mundo la segunda parte del proyecto. Billy-1 era mucho más que un prototipo avanzado, sería el padre de toda una nueva gama de robots, que a su vez crearían nuevas series, mejorando su funcionamiento con cada nueva versión. Se buscaba así llegar a la maquina perfecta con el menor esfuerzo posible.
Para evitar sabotajes de la Organización Panoceanica se acondicionó un antiguo búnker comunitario de la Guerra del hidrógeno, con todo tipo de maquinaria y materias primas, para que Billy-1 pudiera trabajar sin interrupciones y creara una primera remesa de mil replicantes. La entrada al búnker, en la falda de una de las montañas rocosas, era patrullada día y noche por una compañía de Aulladores Nocturnos. Nadie podía entrar ni salir.
Un año después de que las pesadas puertas de acero templado se cerraran sobre el oscuro pasadizo que llevaba a la nave central del tamaño de una pequeña ciudad del medio oeste, un puñado de científicos liderados por el ingeniero jefe se adentró en la gruta excavada en piedra para comprobar los resultados del proyecto.
Su sorpresa fue mayúscula al comprobar que los precintos de las máquinas estaban intactos y los numerosos palés de materiales, acumulaban gruesas capas de polvo, a excepción de la reserva de silicio liquido,combustible para los robots, del cual habían desaparecido numerosos bidones. No había ni rastro alguno de formas inertes inteligentes.
Llamaron a voz en grito a Billy-1, pero este no respondía. Mientras esperaban en silencio una respuesta, un ligero murmullo llegó a sus oídos. Siguieron la estela sonora hasta llegar a una pequeña sala de control en la que los ordenadores habían sido sustituidos por un televisor que mostraba videoclips de música electrónica y un desvencijado sofá marrón. El suelo estaba repleto de botes de silicio liquido y en el sofá, roncando afanosamente, encontraron a su gran creación con el pecho cubierto del espeso liquido, que se iba esparciendo por la raida camiseta que vestia, con cada ronquido.
El ingeniero jefe miró con impotencia al resto de su equipo. Lentamente, sacó de un bolsillo un mando de control y pulsó el interruptor de apagado.
- Creo que lo hicimos demasiado humano.
jueves, 26 de febrero de 2009
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